Algunos puntos oscuros entre Pale y Visegrado
Tras el final feliz de un cautiverio que todos los indicios vaticinaban de larga duración quedan varios puntos oscuros sobre lo sucedido los últimos cinco días entre Pale y Visegrado. Una primera lectura del episodio demuestra a las claras la división -real o simulada- entre el poder civil y el militar en la autoproclamada república serbia (RS) de Bosnia. No hay duda de que hoy más que nunca los hombres del general Ratko MIadic tienen el control efectivo sobre el terreno, por encima de las decisiones que pueda adoptar en Pale el gobierno de una república cada vez más militarizada.
La autorización firmada por un viceministro de Exteriores que permitía la salida de los observadores de la Unión Europea (UE) del territorio de Bosnia controlado por las fuerzas serbias ha sido papel mojado a los ojos de los militares, que no tuvieron ningún reparo en arrebatar a punta de fusil a unos ciudadanos custodiados por la propia policía serbo-bosnia y cambiar de un plumazo su condición de liberados por la de rehenes.
Ordenes de Mladic
Parece fuera de toda duda que la detención y liberación de los observadores fue ordenada por el general MIadic en pleno caos en sus filas provocado por los bombardeos de la OTAN. Unos rehenes extranjeros podían ser de alguna utilidad para negociar el fin del castigo que caía del cielo. No está confirmada la noticia difundida por algunas agencias de que MIadic pusiera el caso sobre la mesa durante la larga entrevista mantenida el viernes con el general Bertrand Janvier, jefe de las fuerzas de la ONU en la ex Yugoslavia. Lo que está claro es que Belgrado y, de manera especial, el Ejército yugoslavo ha presionado a fondo sobre los militares serbo-bosnios para conseguir la liberación. El general Martínez Esparza, desplazado especialmente desde Madrid, ha estado en contacto estos días con el general Momcilo Perisic, jefe del Alto Mando yugoslavo.A juzgar por el día y el lugar en el que se encontraban los observadores cuando fueron detenidos está claro que tenían un desconocimiento absoluto de que la OTAN iba a bombardear. En la sede central de la misión de la UE en Zagreb nadie comunicó tal decisión a sus funcionarios, a pesar de que éstos llegaron a telefonear desde Pale, adonde habían llegado tras una labor de mediación entre serbios y croatas para el cese de hostilidades en la zona de Dubrovnik. El objetivo de su visita al bastión serbio horas antes de la intervención de la OTAN es una incógnita.
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