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48 horas de pesadilla

Un extraño telegrama enviado por los acompañantes de los observadores tras el bombardeo ponía en duda su muerte

Miguel González

Durante algo más de 48 horas de pesadilla, el diplomático Fernando Sánchez Rau, el general de brigada José Luis García Esponera y el comandante Zenón Luis Quintana Trejo, así como el irlandés James Gíbbon y el holandés Pieter Schoonenwolf, estuvieron desaparecidos, si no muertos, para sus compañeros, familiares y compatriotas.La última referencia que tenía de ellos el Ministerio español de Asuntos Exteriores databa del martes a mediodía, cuando la delegación europea se encontraba en la localidad serbobosnia de Trebinje, intentando lograr un acuerdo para frenar los bombardeos de la artillería de Karadzic sobre la histórica ciudad cíoata de Dubrovnik.

A partir de ese momento, sólo hubo algunos confusos mensajes de dificil interpretación y la noticia, difundida el miércoles por la televisión de Pale, de que los cinco observadores de la Unión Europea habían perecido calcinados en el curso del ataque aéreo efectuado por la OTAN durante la madrugada anterior.

La delegación encabezada por el embajador Sánchez Rau, jefe de la misión de observadores de la Unión Europea (EUMM) durante la presidencia española, llegó a Split el lunes procedente de Zagreb. Venía decidida a repetir en la costa dálmata el éxito alcanzado la semana anterior en Eslavonia Oriental, la única región de Croacia aún ocupada por los serbios, donde la gestión de los mediadores logró alejar el peligro de estallido bélico, que hacía presagiar la concentración de tropas a ambos lados del frente.

Los cinco observadores europeos se entrevistaron el lunes con las autoridades croatas de Dubrovnik y fueron a dormir a Podgorica, capital de Montenegro, en la República de Yugoslavia, ya que es imposible cruzar el frente desde Croacia hacia la zona de Bosnia bajo control serbio. A lo largo del lunes, Sánchez Rau habló cinco veces con la sede de su Ministerio, lo que da idea de la fluidez del contacto.

En la última conversación, hacia las 11 de la noche, el diplomático dejó claro, según sus interlocutores en Madrid, que había desistido de su propósito inicial de viajar hasta Pale, la capital de los serbios de Bosnia, donde la misión de la UE planeaba instalar una reducida representación. Ese día, un proyectil serbio había caído en el mercado de Sarajevo causando 37 muertos y casi un centenar de heridos. La masacre conmocionó a la opinión pública mundial y la OTAN ultimaba un ataque de represalia contra el régimen de Karadzic.

El martes por la mañana, la delegación acudió a la línea de confrontación entre serbios y croatas, a medio camino de Trebinje a Dubrovnik, donde debía celebrarse una reunión entre los mandos militares de ambas partes. Como es habitual en este conflicto, los serbios no acudieron a la cita concertada y los observadores se encaminaron hacia Trebinje para intentar fijar otro encuentro.

En esta pequeña localidad serbobosnia, donde cooperantes españoles del Movimiento por la Paz, el Desarme y la Libertad (MPDL) atienden un centro para refugiados, se pierde la pista de la delegación, a mediodía del martes.

Sin embargo, a las 22.45 de esa noche, la representación de la EUMM en Split recibió un telegrama de los observadores en el que pedían que se cambiaran sus billetes de avión de regreso a Zagreb, con fecha del miércoles 30, por otros para él jueves 31 a primera hora de la mañana. Sánchez Rau tenía que estar ayer por la tarde en Bruselas para una reunión de la Unión Europea y podía, ajustando el tiempo, prorrogar su estancia en la zona.

El mensaje se envió, desde el CAPSAT, un equipo de comunicaciones con el que van dotados los vehículos de la EUMM, que permite transmitir escritos por vía satélite. En el telegrama se indicaba que, para cualquier aviso, les llamaran a Podgorica, por lo que la delegación debía estar en la capital de Montenegro o camino de la misma. No hay constancia, sin embargo, de que los observadores pernoctaran en la ciudad.

A partir de ahí, la comunicación se interrumpe abruptamente. Según el alcalde de Trebinje, los observadores viajaron a Pale para entrevistarse con el propio Karadzic, con quien él mismo les habría concertado un encuentro.

Durante la madrugada del miércoles, según la televisión serbobosnia, los dos vehículos de la UE habrían resultado alcanzados por los proyectiles de la aviación de la OTAN en las cercanías de Pale. Esta versión se consideró, desde el primer momento, descabellada en los Ministerios españoles de Exteriores y Defensa.

El ministro Javier Solana dejó ayer claro que el diplomático no tenía instrucciones de viajar a Pale, sino todo lo contrario; aunque no descartó que, en función de sus conversaciones con los serbios, hubiera variado el programa sobre la marcha para desplazarse a alguna otra localidad.

Los expertos militares rechazaron de plano la idea de que el ataque de precisión de la aviación aliada hubiera tenido como principales víctimas a la delegación europea, compuesta por diplomáticos y militares expertos que no se aventurarían, en plena madrugada, por la zona de los bombardeos.

Nadie dudaba, en todo caso, de que los observadores habían sido víctimas de una represalia serbia si no directamente de las autoridades sí de algún elemento aislado. Los vehículos blancos constituían un blanco perfecto para el tirador más novato.

Mensaje 'póstumo'

No obstante, había un elemento, guardado celosamente en secreto, que no acababa de encajar. Tres horas, después de que la televisión de Pale diera por muerta a la delegación, a las 12 GMT (dos de la tarde en España) del miércoles, el cuartel general de la Unión Europea en Zagreb recibió un extraño telegrama: estaba redactado en español e inglés, hecho insólito, y lo firmaban Olga y Alek; es decir, Olga Meden y Aleksandar Rastovic, intérprete y chófer, respectivamente, de la delegación.En el confuso texto, los dos acompañantes montenegrinos de los observadores comunicaban que estaban bien, pero no decían nada de los demás miembros de la delegación. La intérprete pedía, además, de forma apremiante, que alguien se hiciera cargo de sus hijos, ya que no podía regresar de momento a Podgorica. Aunque en el telegrama no constaba desde dónde había sido enviado, el mensaje se transmitió a través del CAPSAT de uno de los vehículos de la UE.

Con todas las cautelas propias del caso, algunos hechos parecían evidentes: que, el aparato de comunicaciones de uno de los todoterrenos seguía funcionando; lo cual era imposible si la caravana había sido alcanzada por una bomba de aviación. Además, los empleados nativos no viajan nunca solos en un vehículo; así que no es posible que sólo ellos hubiesen sobrevivido al ataque.

Las hipótesis apuntaban a que la delegación había sido secuestrada por las tropas serbobosnias y que, a media tarde del miércoles, algunos miembros de la misma estaban todavía vivos. Era un rayo de esperanza, aunque muy tenue, que se iba apagando con el paso de las horas, según la expresión de Solana.

Las comunicaciones con Pale quedaron totalmente rotas debido a los bombardeos aliados y las múltiples gestiones realizadas a través de Belgrado para confirmar lo ocurrido resultaron infructuosas. Al final, fue la propia televisión serbobosnia, que los había dado por muertos, la que los resucitó a media tarde de ayer, mostrándolos en un reunión, aparentemente distendida, con sus secuestradores.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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