Un diálogo intimo
Dos artistas maduros intentan retomar un aspecto de la danza escénica española: el baile en pareja, no a la manera vernácula de Antonio y Rosario, Susana y José de Udaeta o la legendaria Quica con sus varios partenaires, por poner tres ejemplos que están en la historia. Aquello es el pasado, una grandeza donde se combinó el mito con calidades olvidadas y otros conceptos coreográficos.Clara Ramona, que tiene una bella estampa y cierta elegancia de escuela, da juego a un Antonio Alonso irregular, pero aún potente y voluntarioso. Ellos están mejor en la segunda parte, con los bailes tradicionales, él en la Farruca y ella no tanto en un Garrotín demasiado adornado en el estilo y los accesorios (abanico, sombrero cordobés) que ese baile no lleva jamás. Los dúos muestran compenetración y hasta intensidad, pero el espacio no es precisamente el más adecuado para este tipo de recital, que necesita cercanía. Hay que decir que siempre se trata de un flamenco estilizado y teatral, coreografiado, a medida y con mucho de ecléctico en lo técnico.
Clara Ramona y Antonio Alonso
Solos en danza española: coreografias:Clara Ramona, Antonio Alonso y Ramón de los Reyes. Música: The English Camara Quartet, Mario Cortés, Vicente Cortés, María la Coneja y Maite Maya. Veranos de La Villa. Cuartel del Conde Duque, Madrid. 25 de agosto.
En la primera parte funcionaron mejor los solos (Albéniz, Granados) que los dúos, algo artificiosos y acrobáticos, lo que no siempre va bien -al clásico español, mientras el acompañamiento que brindó The English Cámara Quartet fue solvente menos en una asesina versión del Zapateado de Pablo Sarasate. Las cantaoras, con hermosas voces, dieron un recital especialmente vibrante en la Guajira y en la Colombiana.
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