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Los cuerpos de tres asesinados a tiros fueron quemados en el campo en Alcalá

Sólo los casquillos les hacían compañía. Los cadáveres calcinados de tres adultos fueron descubiertos en la madrugada de ayer dentro de un Volkswagen Golf blanco abandonado en una quebrada de Alcalá de Henares (166.000 habitantes). Las víctimas, arrebujadas en el asiento posterior, habían sido previamente acribilladas a balazos. Después, según las primeras versiones, les prendieron fuego. El macabro hallazgo sorprendió a los bomberos cuando a la 1.30 de la madrugada acudieron a apagar un incendio declarado en el solitario barranco de Manuel Azaña, en las laderas del monte Gurugú. Las llamas procedían del vehículo. De hecho, el triple asesinato fue perpetrado, según fuentes policiales, poco antes de la llegada de los servicios de extinción. Los criminales -la policía considera imposible que una sola persona haya perpetrado la matanza- emplearon un arma corta. Dispararon a placer. Sus víctimas, según la primera reconstrucción, se encontraban sentadas y con los brazos hacia delante en el asiento posterior del vehículo, que carecía de puertas traseras. Después de la ejecución, los asesinos rociaron los cadáveres y el coche con gasolina. Una vez desatado el fuego, huyeron, presumiblemente en otro vehículo. A sus espaldas dejaron cuatro latas de gasolina, de cinco litros cada una -tres aparecieron junto a los cadáveres y una a nueve metros del coche- La identificación del vehículo, de Madrid y con más de cinco años, no constituía problema para ellos: era robado. PASA A LA PÁGINA 3

Los restos de un pasaporte apuntan a que las tres víctimas son extranjeras

VIENE DE LA PAGINA 1El fuego desfiguró hasta tal punto los cadáveres que en la tarde de ayer la policía apenas poseía su descripción física. Ni siquiera se sabía si habían sido maniatados antes de la ejecución. La única pista procedía de los restos de un pasaporte hallado junto a una de las víctimas. El documento apunta a que este fallecido es de sexo varón y extranjero, según fuentes cercanas a la investigación, que han relacionado el triple asesinato con un ajuste de cuentas y han destacado la extrema frialdad de su comisión. Propio de profesionales del crimen, dispuestos a no dejar una sola prueba a sus espaldas, como demuestra el robo del coche -sustraído la mañana del martes en Pueblo Nuevo (Ciudad Lineal)- y su posterior quema.

De hecho, ni siquiera la rápida detección del fuego por los vecinos de una urbanización cercana impidió que el vehículo quedase completamente carbonizado. En este sentido, la policía incluso baraja l. hipótesis de que el incendio del monte fuese causado por los propios criminales. En favor de esta interpretación, los investigadores destacan que una de las latas de gasolina fue hallada a nueve metros del vehículo, en la zona donde se inició la propagación de las llamas.

El incendio se extendió por el barranco y trepó a las laderas del monte Gurugú, a menos de cinco kilómetros de Alcalá de Henares. Alertados por el humo y el fuego, los vecinos llamaron a la Policía Local,. que a su vez avisó a los bomberos. A su llegada, aún ardían el Golf y sus tres ocupantes, ya muy calcinados. Un impacto de baja marcaba la parte posterior de. su carrocería. Era la 1.30. Según la policía, había pasado poco tiempo desde que se desató el fuego. Con el fin de no destruir pruebas, los bomberos, a petición de los agentes, dejaron que las llamas se consumiesen. Este factor retrasó ayer la identificación de los calcinados.

El coche, con el freno de mano puesto y el morro hacia arriba, había sido abandonado a la vera del camino forestal, en un brazo de apenas cuatro metros de ancho y seis de largo, recostado sobre la ladera del monte.

Para llegar al lugar hay que desviarse de la carretera que une Alcalá con Arganda al pie del Gurugú y recorrer 200 metros del camino forestal. La única indicación es un letrero de la Agencia del Medio Ambiente (AMA) que recuerda la prohibición de verter escombros y basuras.

La senda, que muere a menos de 500 metros, serpentea el lecho de una angosta quebrada, llamada Barranco de Manuel Azaña. Pinos y rastrojos dominan la zona. El suelo está repleto de pañuelos de papel, plásticos, botellas de agua y paquetes de tabaco arrojados por los visitantes nocturnos, en su mayoría parejas. El camino donde fueron hallados los cadáveres es bastante frecuentado, según los vigilantes forestales de la Agencia del Medio Ambiente.

Ahora bien, el lugar del Crimen, el único en el que se puede girar el coche a lo largo del camino, es imposible de ver desde la carretera. Este dato demuestra que los asesinos no eligieron la zona al azar. Por el contrario, la impunidad con que actuaron -tiroteo, incendio y huida en un mismo sitioapunta a que conocían el barranco y su aislamiento.

A causa de la propagación del incendio del coche ardió una hectárea de monte bajo y resultaron dañados cerca de un centenar de pinos. En la extinción participaron cinco unidades de bomberos -cerca de 40 efectivos- Una vez sofocado permanecieron en el lugar dos retenes. Los restos y cenizas del vehículo, bajo el que quedó un charco de aluminio fundido, fueron minuciosamente investigados por agentes de la Policía Judicial de Alcalá y Madrid. Fruto de esta inspección fue el hallazgo de los seis casquillos. A las 9.45 el coche fue retirado.

Los cadáveres fueron conducidos al depósito del cementerio Jardín, de Alcalá de Henares. La autopsia se inicio por la tarde. El caso pasó a manos del Juzgado de Instrucción número 6 de Alcalá, cuya titular se negó a facilitar información sobre los hechos.

Quemar al muerto

Matar a balazos y calcinar el cadáver se ha convertido en los últimos años en una modalidad en auge entre los criminales. El 4 de julio fue descubierto en Torremolinos (Málaga) el cadáver del policía José García Briales, de 47 años. El hombre murió carbonizado y esposado al volante su coche. Su cabeza mostraba un balazo.

En febrero de este mismo año, un taxista de Ibiza, de 23 años, fue hallado calcinado entre los restos de su coche. La primera hipótesis policial relacionó esta muerte con el narcotráfico insular.

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