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Muere Jerry García, uno de los mitos de la música psicodélica

El líder de Grateful Dead estaba en un centro de desintoxicación

Un protagonista imprescindible de la contracultura americana de los años sesenta, aupado a través de las décadas por millones de seguidores como leyenda del rock y continuador de la herencia del flower power, murió ayer en California en la habitación de una clínica de rehabilitación a los 53 años. Líder del grupo Grateful Dead, Jerry García se establece definitivamente allí donde le había colocado hace años su público: en la inmortalidad.

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Jerry García había ingresado el lunes en Un centro de rehabilitación para drogadictos en Forest Knolls (cerca de San Francisco, California) aparentemente de incógnito, ya que ni siquiera el portavoz del grupo sabía que estaba allí. García falleció poco después de las cuatro de la madrugada de ayer miércoles tras sufrir un paro cardiaco. El cantante había tenido constantes problemas de salud, y su debilitación definitiva se atribuye a una vida de giras constantes y abuso de drogas. Nacido en San Francisco en 1942, García formó a Grateful Dead (literalmente "los muertos agradecidos") en 1965, en plena eclosión del flower power y la cultura hippy californiana, y desde entonces vivía prácticamente en la carretera a la cabeza de giras multitudinarias caracterizadas por el exceso.Los conciertos de Grateful Dead continuaban, hasta el pasado 9 de julio, fecha que pasará a la historia como la última aparición del grupo, una tradición de consumo de drogas, desmadre generalizado y experiencia comunal que compensaba el hecho de no haber tenido casi nunca grandes éxitos de ventas. Después de 22 álbumes, la banda entró por primera vez en el top ten con la canción Touch of grey en 1991 y luego sólo grabó un disco más. García había lanzado también otros 14 discos en solitario o con otros grupos, incluyendo una colaboración con Bob Dylan.

Pocos minutos después de anunciarse su fallecimiento, cientos de fans en EE UU encendieron su ordenador e improvisaron una jornada de luto en el ciberespacio, donde Grateful Dead tenía diversos puntos de encuentro e información. "Jerry no ha muerto, nunca morirá", era una de las frases típicas. Otro desolado seguidor dijo haber asistido a 115 conciertos de la banda.

Las giras de Grateful Dead eran, año tras año, una experiencia tribal en la que los mensajes, de paz y amor propugnados por la banda se transmitían de generación en generación. A pesar de ello, eran también a menudo una congregación descontrolada de fumadores de marihuana en busca de bronca.

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