No haga la compra con hambre
Si uno va a la compra cuando está muerto de hambre, lo más probable es que llene el carrito con varios cientos de miles de kilocalorías en forma de chocolatinas, ganchitos al queso, magdalenas, galletas saladitas y de las otras, chorizos, salchichones, tocinos de papada y otros delitos de lesa disciplina dietética. Conviene comer antes de ir al supermercado.Aunque trucos así, estén a un paso de ofender a la inteligencia, la experiencia de la profesora Olga Moreiras demuestra que los pequeños empujones psicológicos son cruciales para reforzar la frágil voluntad de quien se somete a una dieta. Desde usar platos pequeños hasta procurar comer en compañía, pasando por colocar en la puerta de la nevera una foto de - alguien con manifiestos problemas de exceso de peso, todo ayuda.
Aun cuando la ingestión diaria se reduzca drásticamente -1.500 kilocalorías por día es una de las cifras más usuales-, el consejo de los expertos es que se respete una cierta cantidad de grasas. En parte, porque las grasas contienen algunos nutrientes esenciales, como los ácidos linoleico y linolénico. Pero lo fundamental es que las grasas hacen la comida Más grata, como sabe cualquier aficionado a los jamones de precio prohibitivo.
Además, la dieta hipocalórica debe disfrazarse para adoptar cierto parecido a los buenos platos de los viejos tiempos. Por ejemplo, no conviene prohibir la leche, sino sustituirla por su versión descremada. Tampoco el pan, sino tomarlo integral. Si a uno le gusta la mermelada, lo mejor es que la siga tomando, que tampoco cabe tanta en una tostada. Huevos, cocidos en vez de fritos. Los especialistas reservan sus anatemas para el alcohol y el azúcar, a los que llaman despectivamente "calorías vacías", porque carecen de otro interés nutritivo.
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