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HUELVA

Jugar al toro

Antonio Lorca

,Más que una novillada fue un juego. No cabía otra cosa con becerros tan chicos e inválidos. Claro que, a pesar de todo, este tipo de juego encierra peligro, y prueba de ello es que Francisco Barroso, uno de los novilleros, resultó herido de un puntazo en el escroto cuando remataba una tanda por la izquierda al cuarto. La herida pudo ser grave porque el joven quedó prendido del pitón pero, por fortuna, el animal no tuvo fuerzas para más.

Los novillos eran tan pequeñitos, que daban ganas de llevárselos a casa y colocarlos encima del televisor de la salita. Rodaron por los suelos, despanzurrados, imposibilitados para mantenerse en pie. La verdad es que, abatidos en la arena, se les veía con una cara de felicidad que producía verdadera lástima. Mejor hubiera sido que el entrenamiento se hubiera realizado con el carretón, porque no se cae, ni produce heridas y, seguro, emociona más.

Pereda / Barroso, Fariñas, Muriel

Novillos de María José Pereda, chicos, inválidos y nobles.Francisco Barroso: estocada corta (oreja); recibió un puntazo en el escroto por su segundo y pasó a la enfermería. Su cuadrilla recibió una ovación. Jesús de Fariñas: pinchazo y estocada corta (ovación); tres pinchazos, casi entera y dos descabellos (silencio); el que mató por cogida de su compañero, pinchazo y estocada corta. Juan Muriel: pinchazo y media perpendicular (oreja); pinchazo, estocada que asoma, un descabello y aviso (palmas). Plaza de toros de Huelva. 2 de agosto. Primer festejo de las Colombinas. Un cuarto de entrada.

La labor de los novilleros tiene escaso comentario. Con tan frágiles enemigos se enmascaran hasta las carencias. Barroso, por ejemplo, aprovechó la tarde para demostrar como pudo que traza bien los muletazos, que tiene gusto y sentimiento, aunque su labor estuviera ayuna de emoción porque los novillos parecían de juguete. Con el capote, además, estuvo variado por gaoneras y faroles, aunque menos acertado. No se acopló con su segundo, un novillo, de cierta brusquedad en su embestida, que no se dejó dominar. Tras varios intentos baldíos por ambas manos, llegó la cogida y ahí se acabó todo. Dejó, sin embargo, el sello de un torero decidido y con ánimo.

Su compañero Jesús de Fariñas debe admirar con locura a Rafael de Paula, y trata de imitarlo en cada gesto, cada pase y cada huida. Como buen imitador, se prodiga en los defectos. Muy preocupado por las formas de su, cuerpo, por sus posturas flamencas, se olvida de lo fundamental, que es torear. Algún detalle con la muleta y poco más dejó sobre el albero. Maneja con escasa soltura el capote y no le sobra valor a la hora de matar. Su segundo novillo se partió una pezuña en el caballo, y el novillero se limitó a matarlo como pudo.

Juan Muriel está toreado, lo que, junto a su decisión, le permitió, un lucimiento por encima de la poca calidad de sus novillos. Destacó en alguna tanda de naturales y, sobre todo, por sus deseos de agradar. El novillero puso la emoción que le faltó a sus novillos.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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