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Cuarenta años quemados en cinco días

Vicente González Olaya

La tristeza de la sierra tiene color gris ceniza. El rayo que sobre las siete de la tarde del lunes prendió los bosques de Somosierra (104 habitantes), Horcajo (117 habitantes), Horcajuelo (83 habitantes) y Montejo (263 habitantes) ha dejado un reguero de desolación y destrucción a 2.000 metros de altura. Las más de mil hectáreas de monte que durante cinco días ardieron han provocado que los vecinos se pregunten ahora sobre su futuro. Los bosques arrasados, tanto de propiedad privada como consorciados con el Instituto Nacional para la Conservación de la Naturaleza (Icona), tardarán decenas de años en volver a crecer.Estos bosques brotaron hace ahora 40 años. "Todo esto sólo era entonces montes pelados donde pastaba el ganado. El Estado decidió repoblarlos. Contrató cuadrillas de vecinos para hacer agujeros de 40 centímetros. Nos pagaban 20 reales por cada hoyo. Eramos jóvenes entonces y trabajábamos muy duro", recuerda sobre el terreno yermo Bernardo del Pozo, un vecino de la zona, de 63 años.

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Ayer, el paisaje que se contemplaba en la zona era aterrador tanto desde el cielo como a ras de tierra. Cientos de miles de pinos abrasados y enegrecidos con fuego y humo, praderas convertidas en alfombras grises y arroyos que arrastran fango y cenizas y que arruinarán, al menos en el futuro inmediato, cualquier tipo de pesca. Un fuerte olor a quemado inundaba, además, lo que hace tan sólo una semana eran pinares verdes y vivos en una de las áreas más atractivas y desconocidas de la región.

PASA A LA PÁGINA 3

Los ganaderos piden ayudas públicas para alimentar a los animales que comían en el monte

VIENE DE LA PÁGINA 1Teodoro Gil, alcalde de Somosierra, del PSOE, apretaba ayer fuerte las mandíbulas ante tanta desolación. "No lo puedo creer. ¿Por qué ha pasado esto? Ha ardido el Reajo Longuillo, la Recorba, el Reajo Grande, el Corral de los Litureros, los alrededores de Pedro Municio...", relataba. "Ya sólo somos una estadística más" se quejaba.

El fuego que durante cinco días devoró la naturaleza serrana se quedó muy cerca del nacimiento del río Duratón y a escasos metros de la Dehesa Bonita, un abedular de 96 hectáreas considerado una auténtica joya ecológica. "En él se levantan abedul es, acebos, avellanos, tejos, servales, robles, sauces. Pudimos salvarlo porque, ante tanta descoordinación, nos atrevimos a abrir por nuestra cuenta una cortafuegos. Nos daba igual que no nos permitieran trabajar, no íbamos a permitir que la dehesa también se quemase", relató ayer un agente forestal.

En la noche del lunes, cuando se desató la tragedia, los habitantes de Somosierra bajaron rápidamente su ganado a las faldas del monte. "Había por lo menos 125 yeguas y 50 vacas. No sé dónde comerán ahora", se preguntaba ayer Bernardo del Pozo, un vecino del lugar, de 63 años.

El 10% de los vecinos de Somosierra son ganaderos. Juan Antonio Gil, uno de los afectados por el siniestro, desconoce si alguna Administración o seguro agrario cubrirá ahora las pérdidas. "El ganado no tiene ahora donde comer. El 35% de nuestro término municipal ha ardido. Tendremos que comprar camiones de hierba y paja para alimentarlos o vender los animales. La cuestión está clara: si no hay pastos ni dinero, no hay ganadería. Es nuestra ruina", explica.

Jesús Pedroche, consejero de Presidencia de la Comunidad, del Partido Popular, explica que la "prioridad de esta Administración es ponerse en contacto con los afectados".

Según el consejero, la Comunidad y el Estado "coordinarán esfuerzos en breve". "Quiero ser claro: la iniciativa partirá de nosotros. La viceconsejera [Carmen Álvarez Arenas] se reunirá la próxima semana con los alcaldes afectados para conocer las pérdidas exactas del siniestro. Sabemos que el incendio afecta a personas y familias reales, no son estadísticas. Hemos de meternos de pleno en sus problemas".

Cuando el fuego ya sólo es un triste recuerdo, en la sierra se sigue hablando de sus causas. Los alcaldes de los términos municipales afectados repiten una y otra vez que los primeros efectivos llegaron tarde.

La Comunidad lo niega. "A los 20 minutos, un avión ya arrojaba miles de litros de agua sobre las llamas", respondía el miércoles sobre el terreno la viceconsejera de Presidencia, Carmen Álvarez-Arenas.

Para Santiago Martín Barajas, de la organización ecologista Aedenat, es igual de importante saber apagar un incendio que llegar al fuego lo antes posible. Martín Barajas critica que los bomberos de la Comunidad no estuviesen coordinados con los responsables municipales y los agentes forestales. "Por ejemplo, los agentes suelen tener las llaves de las barreras metálicas de los caminos. Si no se cuenta con el agente forestal, es difícil que esa barrera pueda ser abierta. Los vecinos saben los caminos y conocen el monte como la palma de su mano. Si no se atiende sus indicaciones, se pierde un tiempo importante".

Martín Barajas cree que en la extinción del incendio se cometieron también graves errores. "Las motobombas, las mangueras y el agua a presión suelen ser menos eficaces en la sierra que los batefuegos [un tipo de escobón]. La pregunta es sencilla: ¿Tenían los bomberos batefuegos?", inquiere.

Bomberos de Hollywood

Juan Carlos Sanz, concejal de Somosierra, respondía que los "bomberos parecían sacados de una película de Hollywood". "Muchos coches, muchos. Muchos helicópteros, muchos bomberos, muchos medios, pero nadie apareció en los primeros instantes. ¿Para qué tanta gente a última hora? Hemos perdido el 35% de nuestro término municipal y eso ya no tiene remedio".

Si el lunes y el martes los medios contra las llamas no fueron efectivos, el jueves se concentraron sobre los montes 5 hidroaviones, 4 aviones apagafuegos, 4 helicópteros, 12 excavadoras, 150 integrantes de retenes, 110 bomberos de Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla y León, y 200 soldados.

El alcalde de Horcajo, Raúl Andrés, del PP, quiso ayer destacar la actuación de los militares., "Estuvieron prestos a ayudarnos contra el fuego. Varios oficiales llegaron sobre las diez de la noche para conocer el terreno. A las tres o cuatro de la madrugada [del miércoles al jueves], los militares estaban desplegados por los montes. Su actuación fue muy buena".

Y termina: "Es una lástima que la coordinación entre bomberos, militares, retenes y vecinos no se lograse hasta el jueves. ¡Cuánto se podía haber salvado!", dice Andrés, a quien su partido le aconsejó ese día que dejase de hacer declaraciones a los medios de comunicación.

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Sobre la firma

Vicente González Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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