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"Trato de no robar la película al director"

Rocío García

Es tarea imposible escapar a la mirada de José Luis Alcaine. Sus pequeños ojos son en verdad penetrantes. Fue el primero que supo de los amores entre Antonio Banderas y Melanie Griffith durante el rodaje en Miami de Two much, la película de Fernando Trueba. Son muchos años escrudiñando, los rostros de los actoies, sabiendo de sus pasiones y sus tristezas. No se puede entender el cine español sin la fotografía de José Luis Alcaine. A sus 56 años, ya se puede decir que la luz de este operador ha iluminado lo mejor del cine de nuestro país.Pero eso sí, la mirada inteligente de este hombre, nacido en Tetuán justo al final de guerra civil, es en colores. Para él, la imagen en blanco y negro de todo el cine de los años cuarenta y cincuenta es relativamente falsa. "El blanco y negro fue un' invento de las insuficiencias químicas, porque el blanco y negro no existe en la naturaleza. No había otra manera de solucionar el hecho de imprimir una fotografía sobre papel o sobre placa nada más que en blanco v negro -"y muy malas, por, por cierto"-. "Mi concepto de la luz es de una luz de color. Nuestra primera generación no pudo trabajar con precedentes de películas en color porque no existían; sólo teníamos algún precedente de filme en color, pero con un concepto del color que partía del blanco y negro y luego era transformado. Y nosotros queríamos luchar contra eso. Por ello, la fotografía de esta primera generación está basada en la pintura. Nuestra única referencia del color y de la luz en color que teníamos era pictórica. La televisión era en blanco y negro, la publicidad también. Sólo nos quedaba la pintura, que se convirtió también en la referencia entre los directores y los operadores, recuerda Alcaine, quien reconoce entre sus pintores a Rembrandt, Velázquez, ciertas cosas de Goya, mucho Caravaggio, Vermeer y Zurbarán.

Es consciente de que los que le siguen van a romper de un momento a otro y que se está viviendo ese cuello de botella que se produce en el paso de una generación a otra. "Mi campo de aprendizaje ha sido mi mismo cine, mis mismas películas. La nueva generación se ha criado de manera muy distinta; su campo de aprendizaje no son sus películas, sino el clip y la publicidad. Eso, que está muy bien por un lado tiene sus inconvenientes, porque en el clip y la publicidad prima la imagen por sí misma, no unida a un contexto; una imagen que tiene que ser atrayente y sugerente pero no necesita de la continuidad. Esto es lo que hace que haya un montón de películas cuya fotografía no es la adecuada, aunque estén muy bien resueltas técnicamente. Son fotografías muy bellas, aplastantes pero no tienen nada que ver con el filme".

Él sí dice que lleva desde el año 1965 dedicado a la luz del cine, pero a lo que no está dispuesto es a llevar la cuenta en números de sus películas. Yo les digo que son alrededor de cincuenta. Es el director de fotografía que tiene más filmes -cinco- en la lista de las mejores 42 películas del cine español del siglo, elegidas por miembros del sector. Acaba, como quien dice, de, terminar Two much, y ya está prepararando Libertarias, de Vicente Aranda, que comienza su rodaje mañana. Atrás quedan otras muchas: La pasión turca, Jamón, jamón, Amantes, Belle époque, por citar sólo algunas de las más recientes. Después de muchos años de oficio, es el momento de llegar al rodaje con una idea muy general sobre la luz, con una especie de boceto, pero sin entrar en detalles de cada secuencia. "Todo eso hay que ir adaptándolo a la vida propia que va generando la película, así como al concepto del director".

A más inteligencia, menos notoriedad. Algo así parece rodear este hombre cuya discreción no consigue esconder su mente inteligente. Escapa de la notoriedad y de su fotografía se ha dicho que siempre la pone al servicio de la historia y el director. "Me gusta ir por el camino, que pide la película. Trato de no robarle las películas al director. A, veces ocurre que la película se queda corta por lo que sea y la fotografia puede ir por encima o por debajo, no corresponderse con la dirección del filme. Si la película falla por alguno de los factores, no puedes quedarte por debajo, aunque a mí no me pasa muy a menudo porque trabajo con directores de gran altura", dice Alcaine. "No es difícil adaptarse a los directores, consiste en ir captando el aire del filme, sin tratar de hacer tu fotografía por encima de él".

Si hay algo que sabe después de tantos años de oficio es no exactamente lo que uno va a hacer, sino lo que no debe de hacer. "Mi punto de vista sobre la creación es bastante simple. Cada vez sé mejor más cosas que no debo de hacer o que no me gustan y no debo caer en ellas. Así termino construyendo mi luz". Una luz realista, no efectista, y sin caer en la tentación de falsearla en aras de la belleza.

Una belleza con la que se topó en Two much, con nombres como Melanie Griffith, toda una estrellona, o Daryl Hannah. "En una película de actores como la de Trueba, si los actores no están bien no funciona. Hay que conseguir que las estrellas salgan lo más agraciadas posibles, y si las estrellas además son exigentes, razón de más", señala Alcaine, quien sabe cuando las actrices femeninas tienen sus malestares mensuales o cuando éstos son pasionales. Todos los operadores, y Alcaine no se salva, se enfrentan a una dura realidad: Las actrices de ahora se hacen estrellas muy tarde. Antes, a Elizabeth Taylor la cogían a los 17 años y la hacían estrella a los 20. Ahora, Sharon Stone es una estrella, pero es que tiene ya 33 o 34 años. Lo mismo Melanie Griffith o Jessica Lange. Quieren alargar ese estrellato y eso significa que van a seguir siéndolo a los 48 años, y a los operadores que nos toque de los 40 a los 48 lo vamos a tener muy crudo".

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