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Guardias civiles del equipo del sargento se adueñaron de armas intervenidas a ETA

Guardias civiles destinados en el cuartel de Intxaurrondo (San Sebastián), que comanda el coronel Enrique Rodríguez Galindo, se apropiaron hace años de armas intervenidas a ETA, que ocultaron en un zulo durante cierto tiempo. Galindo les exigió su devolución a través del abogado Jorge Argote, según guardias al tanto de los hechos. Un agente destinado en el equipo de información de Intxaurrondo que dirigía el sargento Enrique Dorado Villalobos ocultó en 1987 dos metralletas, dos pistolas y dos grabaciones magnetofónicas a través de un compañero del cuerpo.

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Dorado: un historial delictivo

Una de las cintas contenía el interrogatorio a que los funcionarios Felipe Bayo y Enrique Dorado sometieron, al aire libre, a una mujer de nombre vasco. Fuentes del instituto opinan que quien ocultó las armas y las cintas consideraba tal material como un posible seguro ante situaciones comprometidas. Los guardias que intervinieron en estos hechos nunca fueron denunciados por sus superiores.Por su presunta relación o conocimiento de los hechos, EL PAÍS ha contactado o ha intentado hacerlo, entre otros, con el coronel Enrique Rodríguez Galindo; el guardia Felipe Bayo, antiguo miembro del equipo de Dorado y condenado por un atraco en Irún; el guardia, Félix Quilón Gascón; los capitanes Manuel Davo y Arturo Espejo; los guardias Javier Olivar y Enrique Dorado y el abogado Argote.

Enrique Dorado, condenado por un delito de torturas cometido en 1983, por atraco y por cohecho, fue expulsado de la Guardia Civil el 6 de junio: En medios de la investigación se le considera una pieza clave para el esclarecimiento de los asesinatos de los etarras José, Antonio Lasa y José Ignacio Zabala.

Al igual que Bayo y Olivar, a quienes las fuentes atribuyen un papel clave en el asunto de las armas, la mayoría de los contactados no atendieron el requerimiento de este diario para pronunciarse sobre los mismos u otros relacionados con su periodo de servicio en San Sebastián. Argote los ha negado tajantemente: "Nadie me pidió tal mediación, pero, aunque me la hubieran pedido, no me habrían hecho caso" asegura.

Un seguro de vida

De acuerdo con el relato de miembros del instituto armado, corroborado por grabaciones, que obran en poder de EL PAÍS, en 1987 uno de los guardias del equipo de Enrique Dorado entregó a un compañero, cuatro armas intervenidas a ETA. En concreto, si trataba de sendas metralletas Sten y Mat y dos armas cortas, una pistola Browning y un revólver 38 especial. Esta última arma tenía la culata dañada por haber sido arrojada a un policía municipal por el etarra Jesús Zabarte, detenido en Hernani en junio de 1984 en una operación de la Guardia Civil en la que resultaron muertos otros dos miembros del comando, según las fuentes consultadas.,

El ocultamiento de las armas se producía en un contexto de desmoralización de miembros del equipo de Enrique Dorado, que junto con los guardias Felipe Bayo y Javier Olivar se hallaban procesados por atraco a una tienda de ropa en Irún en 1986, operación que los guardias implicados no han dudado en calificar ante sus amigos de una "encerrona de algún oficial de Intxaurrondo". Guardias de este equipo consideraban esencial poner a buen recaudo unas armas intervenidas a etarras y otro material magnetofónico que juzgaban una especie de seguro de vida.

Al tener que viajar fuera de España el poseedor de tales armas y cintas le pidió como favor personal a un compañero de Intxaurrondo que le guardara ese material. Una de las cinta! recogía las voces de Bayo y Dorado interrogando fuera de dependencias policiales a una mujer de nombre vasco a quien insistentemente pedían datos sobre un varón.

El guardia que recibió las armas y las cintas, tras asustarse por la importancia del material que le había sido dado en custodia, lo ocultó primero en una vivienda de Segovia, y posteriormente excavo un zulo en as proximidades y lo enterró, según informó a oficiales del cuerpo. Tal desvío de armas intervenidas a ETA constituía una grave irregularidad, ya que su destino debía ser la custodia en la Audiencia Nacional o su destrucción, y suponía, cuando menos, un depósito ilegal de armas. Este guardia, a poco de recibir el material, empezó a recibir llamadas amenazantes, y denunció los hechos a un oficial de la USE (Unidad de Servicios. Especial) destinado en Madrid, que estuvo destinado en Intxaurrondo.

Tras ser alertados los mandos de la Guardia Civil, el abogado Argote se puso en contacto con el agente que guardaba las armas y las cintas, a quien advirtió que estaba "jugando con fuego", versión que el letrado desmiente. Argote alega que ni el coronel Rodríguez Galindo ni ningún oficial le pidieron tal mediación. Finalmente, a través de un oficial de información de su confianza, que había pertenecido al GAR, (Grupos Antiterrorista Rurales), devolvió las armas y las cintas.

No era la primera vez que el grupo de información dirigido por Enrique Dorado utilizaba armamento extraoficial. Las pistolas Sig Sauer. con numeración borrada empleadas en el atraco a Irún por Bayo y Dorado no formaban parte de la dotación reglamentaria de la Guardia Civil. Agentes destinados en Intxaurrondo durante la etapa de los GAL afirman que los guardias nunca utilizaron armamento oficial en las acciones clandestinas en Francia contra ETA. Algunas, de las armas empleadas por los GAL fueron Sig Sauer.

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