El que faltaba
Recomienza La temporada futbolística y rebrotan los presidentes de clubes de fútbol, pero ninguno pomo Ruiz-Mateos, luciendo su fichaje, el supercrack Amedo, el ex policía que tiene a los políticos cogidos por los congojos, la zona exacta por la que la policía siempre ha tratado de coger a los políticos.La gravedad del caso GAL no se merecía el intrusismo del mejor actor de anuncios publicitarios de España, dúctil característico capaz de, vestido de esmoquin, vender bombones envenenados a Blancanieves y, disfrazado de Supermán, arreglar, el mundo de sus enemigos exteriores e interiores. Se sospechaban sus aficiones a financiar catarsis, pero no se esperaba que cometiera el error táctico de dar la cara en el mismo momento en que Felipe González la perdía.
Los políticos supuestamente implicados en los GAL argumentarán que toda la pesadilla que les envuelve ha sido urdida y financiada por Ruiz-Mateos y sucedáneos. El enigma del cambio de actitud de Amedo y Domínguez, aun a costa de perder los doscientos millones depositados en Suiza, deja de ser un enigma y Ruiz-Mateos aparece como un. generoso mecenas que cubre las pérdidas en fondos reservados. Aunque los hechos sigan siendo los hechos y se sepa que esto no ha hecho más que empezar, Ruiz-Mateos contribuye a que se viva como farsa lo que es tragedia.
Incontinente e incontenible, ha querido salir en la fotografía para comerse el hígado de sus adversarios antes de que se certifique su muerte y se autorice la disección, Menos mal que SanCristóbal ha cantado. De lo contrario ya teníamos atribuido el papel de señor Z en la conjura contra unos dirigentes honrados y limpios. Como los chorros del oro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.