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Vecinos distantes

Joaquín Estefanía

La coyuntura interna es tan asfixiante que, en muchas ocasiones, impide ocuparse de otras cosas verdaderamente significativas. Una pequeña noticia, esta semana, daba cuenta del bloqueo, por parte de la Cámara de Representación de EE UU del envío de más dinero a México, para hacer frente a su crisis financiera; la Cámara Baja habría paralizado la salida de 7.500 millones de dólares, ya comprometidos por el presidente Clinton dentro de un paquete de apoyo que llegaba a los 20.000 millones y del que se han desembolsado 12.500 millones.La desconfianza sobre el futuro de México y la miopía política de muchos republicanos hicieron que a principios de año Bill Clinton, con el apoyo de los líderes de ambos partidos, tuviese que saltarse la disciplina del. Congreso y aprobar la ayuda al país vecino distante (en memorable terminología de Alan Riding) acudiendo al mecanismo del Fondo de Estabilización de Cambios, para prestar 20.000 millones de dólares. No había en esa decisión nada de solidaria; el secretario del Tesoro, Robert Rubin, explicó en un artículo que "el presidente Clinton actuó para evitar una crisis. Sólo hubo un criterio para actuar y fue la protección de los intereses de los EE UU: proteger los puestos de trabajo, el nivel de vida, la seguridad nacional y evitar posibles aumentos de la inmigración ilegal. Estos peligros para nuestros intereses iban más allá de México y podían tener repercusiones en el mundo en vías de desarrollo, donde EE UU tiene mercados importantes e intereses de seguridad nacional".

Que la ayuda a México no era gratuita lo subrayaba Rubin: "Hemos dejado claro que estábamos dispuestos a apoyar a México sólo si existían garantías de que nos devolverían el dinero (cobraremos a México unos tipos de interés y comisiones sustancialmente mayores que el nivel de riesgo que asumiremos), de que habría transparencia y vigilancia. Tenemos un medio de devolución garantizado gracias al petróleo. Pemex ha dado instrucciones a sus clientes extranjeros para que efectúen los pagos por las exportaciones de petróleo y productos derivados y petroquímicos a través del Banco de la Reserva Federal en Nueva York, y esas cantidades revertirán a EE UU en caso de impago por parte de México". ¿Qué es lo que ha fallado?

Lo que suceda en México es tan importante para los llamados países emergentes como lo fue la devaluación del peso en diciembre del pasado año. Acaba de aparecer el informe La inversión extranjera y las empresas transnacionales en América Latina: 1995, preparado en Naciones Unidas, en el que se concluye que la crisis mexicana expresa la gran vulnerabilidad que tienen muchas de las economías de la región frente a cambios bruscos en las expectativas de los inversionistas extranjeros, haciendo evidente "que los altos rendimientos en los mercados emergentes están asociados con un alto nivel de riesgo". La crisis afectó no sólo a México, sino a todos los mercados latinoamericanos, con mayor o menor intensidad, poniendo en evidencia "que los inversionistas extranjeros continúan viendo a la región como un todo

Esta visión de América Latina como una unidad a la hora de evaluar riesgos, no funciona del mismo modo en el momento de la inversión. El mismo informe señala que la fuerte concentración de los flujos de capital sólo se produce en un grupo pequeño de países: Argentina, Brasil, Chile y México. "Destaca", dice el texto, "nítidamente la economía mexicana que representa el 25% del producto interior bruto regional, y que captó casi el 50% de esos movimientos netos de capital". He aquí la importancia de la decisión norteamericana en lo que tiene de estímulo o de disuasión.

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