Cuba, a la sombra del paro
El proceso de reformas y reconversión dejará sin empleo a más del 20% de la población activa
Un mendigo de ropas negruzcas duerme sobre la hierba de un parque junto a la comisaría de la Policía Nacional Revolucionaria de Agua Dulce. Otro indigente con barba pide trozos de pan a la salida de la pastelería diplomática del barrio de Miramar. En la plaza de Armas, varios niños que viven en la calle persiguen a unos turistas argentinos. Son tres chicos trigueños que van sin camisa y gritan: "Una monedita, my friend". Cada día que pasa, escenas como éstas son más frecuentes en Cuba, igual que el espectáculo de algunas gentes de La Habana escarbando en los contenedores de basura.
Aunque estos efectos de la crisis y del proceso de reformas sean los primeros en verse, no son los únicos ni los más graves. Ahora el principal dolor de cabeza de las autoridades cubanas es cómo llevar adelante una reconversión industrial que, según cálculos oficiales, dejará sin empleo a corto plazo a más de 700.000 trabajadores, casi el 20% de la población activa que trabaja para el Estado.
Cuba posee una fuerza laboral de 4,3 millones de personas, 3,6 millones de las cuales trabajan en el sector estatal. De éstas, el 53% trabaja en el sector de los servicios, tan golpeado por la crisis como las 3.000 empresas del sector productivo cubano. Algunos economistas consideran que con cientos de empresas estatales cerradas por falta de combustible o subutilizadas por otras causas, el sector industrial está trabajando al 30% de su capacidad.
Sólo en la industria ligera, el proceso de racionalización provocó el año pasado la desaparición de 480 entidades productivas y la pérdida de 29.000 puestos de trabajo. Otros sectores, como la industria de producción de maquinaria, con 60.000 trabajadores; la industria de materiales de construcción, con 50.000 trabajadores, o la industria básica, con 26.500 trabajadores, se preparan para realizar drásticos recortes, que pueden afectar al 50% de sus plantillas.
Hasta el momento, el Gobierno ha sido cauteloso y ha evitado que todos los ministerios se lancen a fondo y al tiempo a un proceso de reconversión para ajustar de forma realista la fuerza laboral a las necesidades de cada centro productivo. Para ello, las autoridades han ordenado que el proceso de racionalización sea "gradual y casuístico". Así, ningún sector, rama o empresa tiene potestad para ejecutar una reducción de fuerza laboral sin ser autorizado por el Gobierno central y se da prioridad a la racionalización en aquellas empresas cuya eficacia inmediata es vital para la recuperación económica.
Pero a medida que pasa el tiempo los problemas se acumulan -el año pasado se perdieron 93.000 puestos de trabajo-, y en la mayoría de las empresas la racionalización se convierte en una necesidad imperiosa.
Las leyes cubanas establecen que cuando un trabajador queda "sobrante", el primer mes se le paga el 100% de su salario, y luego el 60% de su salario durante un tiempo que depende de. la antigüedad, y que va desde seis meses para quien acredite un año de servicios hasta 36 meses para quien tenga más de 20 años de antigüedad.
A pesar de las medidas adoptadas por el Gobierno para atenuar el impacto que provocará el paro en cientos de miles de personas acostumbradas durante 30 años a un empleo seguro el miedo se extiende entre la población. Y la situación es aún menos prometedora para los más jóvenes. El 32% de la población activa tiene menos de 29 años y en muchos casos son universitarios, profesionales, técnicos y obreros cualificados, graduados cuando en Cuba nadie imaginaba que el campo socialista se derrumbaría.
"No quiero sembrar papas"
"Yo no sé qué voy a hacer" dice Yamila, de 45 años, una ex trabajadora del Ministerio de la Construcción que se quedó sin empleo hace varios meses y a la que ahora ofrecen irse al campo, donde hay un gran déficit de mano de obra. "He tenido que decir que no. Yo soy oficinista, no sé nada de la agricultura, y además no quiero irme dos años a sembrar papas" afirma, aunque sabe que según las nuevas leyes quien rechace "un trabajo para el que está apto" pierde todo derecho a cobrar un subsidio y se extinguen los Vínculos con su centro de trabajo anterior. "De todas formas" se pregunta, "¿de qué me sirve un subsidio de 150 pesos al mes si una libra de cerdo me cuesta 40"?
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