Asesinar la apertura

Thomas de Quincey sobrellevó toda su vida un vicio qué le llevó a escribir obras de tan explícito título como Confesiones de un inglés comedor de opio o El opio y la imaginación romántica. Ninguna de nombre tan inquietante, empero, como su conocida Del asesinato considerado como una de las bellas artes, texto cargado de buenas recomendaciones, como aquélla que señala: "... es absolutamente bárbaro asesinar a una persona enferma, que por lo general no está en condiciones de loportarlo". La sabia recomendación fue formulada hace casi dos siglos. Desde entonces,. sin embargo, parece ser que nos hemos empeñado en perpetrar una Y otra vez la misma barbaridad..Un empeño que se ha podido advertir los últimos días en algunos analistas de las consecuencias del llamado efecto tequila sobré el proceso de. apertura comercial de, América Latina. En esos análisis se cree advertir la enfermedad del proceso y, rápidamente, se anuncia con beneplácito su pronto deceso. En ellos, en definitiva, un secreto asesino, quizá amordazado por sus resultados positivos, acecha anhelante el paso de la supuesta enferma con objeto de acabar con su vida.

Pero la verdad es que cuando la apertura comercial es mantenida a pesar de primeros resultados negativos, el efecto final es de un beneficio neto para el país que lo aplica. El ejemplo más claro es el de Chile, en donde el proceso de apertura sobrevivio varias enfermedades sin ser asesinado Pon el resultado de que, finalmente, el, país mantiene un ritmo de crecimiento promedio del 6,2% anual desde hace una década.

Y, contrariamente a lo que algunos suponen, lejos de significar un incremento de la dependencia comercial de EE UU o, de quien fuera-una situación, en realidad surgida al amparó de las economías protegidas, como bien se sabe en América Latina- para Chile la apertura representó una rotunda diversificación de su comercio exterior, el cual, en la actualidad, tiene como destino del 30,8% de sus exportaciones a Asia, del 28% a los países de la Unión Europea, del 19,7% a América Latina y sólo del 18,2%. a América del Norte. Y en el caso de las importaciones, las propociones son semejantes, pues un 48% de ellas provienen de América (del Norte y Latina); un 23%, de Europa occidental, y un 11%, de Asia, en tanto que el resto procede de regiones tan diversas como África y Oceanía.

¿Ha significado lo anterior incrernentos gargantuescos del consumo por parte de algunos privilegiados, como también se reclama? Lo concreto es que el aumento de la productividad requerido para sacar adelante esfuerzos exportadores cómo los que la apertura exige crea las condiciones para incrementos en los salarios que, de otro modo, no serían posibles sin correr el riesgo de la in flación. Estos incrementos. sala riales, a la larga, se pueden traducir en mayores consumos, lo que, en definitiva, no tiene nada de repudiable si, junto con ello, se lo gran mantener tasas saludables de ahorro e inversión. Es verdad que ningún, país de América Latina va a dejar automáticamente de ser subdesarollado gracias a la apertura comercial ni que una mayor disponibilidad de bienes signifique necesariamente menos pobreza; pero también es cierto que cualquier política social que busque combatir esos flagelos resulta mucho más fácil con crecimiento económico y mayor disponibilidad de bienes que sin ellos.

La enfermedad de los esfuerzos liberalizadores del comercio se ha originado más bien en el empecinamiento con que algunas autoridades han tratado de mantener fijo el tipo de cambio de su moneda luego de la apertura comercial. Ocurre que al verse abatidos los aranceles, es natural que en el corto plazo las importaciones se incrementen más que las exportaciones, puesto que estas últimas, para adecuarse a las nuevas circunstancias, requieren de una reconversión previa de la producción interna. En esas condiciones, durante un primer periodo se produce un déficit comercial y presiones a la baja sobre la moneda. Desafortunadamente, en estos casos ha ocurrido que las autoridades, en lugar de dejar que la moneda fluctúe hasta encontrar su equilibrio natural, por cuestiones de prestigio, han tratado de mantenerla, sobrevaluada, consiguiendo con ello sólo la postergación de su inevitable caída, como ocurrió con el peso mexicano y el efecto tequila.

Quizá ese extremismo en la aplicación de las medidas sea lo que se critíca, como neoliberalismo. Lo que deben saber los detractores es que la disyuntiva al neoliberalismo no es necesariamente el no-liberalismo, lo que significaría el asesinato de la apertura comercial sólo porque no ha gozado, recientemente, de buena salud.

es embajador de Chile en España.