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El Reichstag recupera su imagen habitual tras ser 'desempaquetado'

Cinco millones de personas han visitado en Berlín la obra de Christo

El Reichstag, que había permanecido envuelto en una cobertura aluminizada durante tres semanas por la acción de los artistas Christo y su esposa Jean Claude, recuperó ayer su imagen habitual sin haber sufrido el menor daño. El empaquetado movilizó hasta cinco millones de visitantes, que, según expertos turísticos, dejaron en Berlín 1.200 millones de marcos (más de 100.000 millones de pesetas).

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La pareja de artistas, que durante un mes ha llenado casi a diario las páginas de los periódicos, los telediarios y todas las fiestas y actos sociales imaginables, abandonó en la mañana de ayer la capital alemana con destino a Nueva York, su lugar de residencia habitual. La partida tuvo que demorarse varias veces, porque Christo y Jean Claude no daban abasto en firmar las reproducciones con que se premiaba el trabajo de todos los colaboradores. La christomanía alcanzó tales extremos que las sudadas camisetas que durante tres semanas llevaban puestas los monitores encargados de explicar el proyecto se cotizaban a 2.000 marcos (unas 170.000 pesetas) con la firma de Christo. Así lo cuenta el semanario Der Spiegel en el número que aparece hoy.Christo se negó a prolongar por más tiempo el periodo de envoltura del edificio, tal como le solicitaban. Uno de los elementos de la acción era precisamente su carácter efímero. El director del proyecto -el fotógrafo de Christo-, Wofggang Volz, declaraba a la agencia alemana DPA: "El desempaquetado dura menos de lo previsto. No se han producido daños visibles y estamos orgullosos de que ni siquiera se haya roto un cristal de una ventana". Además, en las oficinas de Christo no cesaban de recibirse ofertas para hacerse con el material aluminizado que cubrió el Reichstag.

Muchos de los detractores se convirtieron ante la belleza del espectáculo del Reichstag -que, según la luz del momento, adquiría una tonalidad diferente- y cambiaron de opinión. No obstante, la división de opiniones se mantuvo hasta el final.

Como muestra se puede citar la declaración del presidente federal, Roman Herzog, quien declaró en su visita a primera hora de la mañana ante el cubierto Reichstag: "Me parece grandioso cómo este hombre consigue proporcionar su forma básica por medio de la envoltura a un edificio arquitectónicamente tan difícil". Por el contrario, se mantuvo fiel a su rechazo el canciler federal, Helmut Kohl, quien se negó siquiera a visitar el Reichstag cubierto y afirmó: "Yo nunca aprobé la cobertura y nunca tuve comprensión para quienes la aprobaron. Punto. Yo no confundo arte con relaciones públicas".

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