Unidad frente al neonazismo
Hemos pasado lustros llorando porque nuestros vecinos franceses no nos entregaban a nuestros nazis, dedicados al terrorismo disfrazado de vasquismo. Los queríamos, y queremos, juzgados justamente, condenados y encarcelados para que cumplan sus penas por crímenes contra ciudadanos, contra la sociedad y contra la democracia. Y nos indignaba con razón cuando delincuentes tras las siglas de ETA conseguían comprensión y, mucho peor aún, asilo en Francia.Si hay algún beneficio palpable directamente por parte de las ciudadanías europeas en la nueva Unión está en el desmantelamiento de las fronteras internas. Una vertiente de este proceso que es vital para la autodefensa de las sociedades democráticas es la unificación del espacio policial y jurídico. Este proceso está muy retrasado, lo que crea situaciones grotescas. Véase, por ejemplo, el hecho de que España esté dando cobijo a un destacado dirigente nazi austríaco que vive tranquilamente en Barcelona, pese a las solicitudes de extradición llegadas a España desde Viena.
Diversos salvapatrias me han convencido ya de que si no cae el Gobierno de Felipe González estamos a punto de pasar de la dictadura silenciosa al Apocalipsis. Sé ya, gracias a plumas férreas de la depuración de nuestras almas, que la transición política fue mala. También soy consciente de que esta democracia es corrupta e inservible y de que urge una regeneración que se aprestan a aplicarnos con fiereza sus valedores intelectuales, tan desinteresados ellos que no son de este mundo. Lo que no sabía aún es que, en este acelerado progreso hacia el pasado - que nunca, por supuesto, fue peor que esto de ahora- habíamos llegado ya a convertirnos de nuevo en santuario para criminales nazis. ¿Necesitamos un nuevo Degrelle que mancille el derecho al asilo?
La policía austriaca sospecha que Gerd Hosnik está implicado en la red terrorista nazi que ha enviado cartas bomba, y herido, a varias personalidades en Austria y Ale mania. Se le acusa además de dirigir una de las imprentas nazis más activas en la agitación racista y antisemita de Europa. Cataluña ha logrado el dudoso honor de ser ya, con algún Estado norteamericano, principal fuente de libros, manuales de violencia callejera y panfletos racistas que alimentan las redes del neonazismo en Europa central y oriental. Con matasellos de Salou y Barcelona llegan a estos grupos. entre Colonia y Moscú.
Mal servicio hacemos a las democracias establecidas, pero peor aún a las orientales, donde los agitadores del odío acial como Hosnik cosechan considerables éxitos, Algunos de los incendiarios de casas de turcos en Alemania o gitanos en Rumania o, la república checa y mafiosos nazis en Rusia pueden estar siendo inspirados en su lucha por 14 Hosnik y sus amigos catalanes.
Convendría que Hosnik estuviera cuanto antes ante los tribunales austriacos y se ponga fin a tan pertinaz como, inmerecida hospitalidad. Dudo que jueces, policía y ciudadanía estén en Barcelona y Salou muy celosos de mantener en su vecindario a este personaje. España ya tiene su cosecha propia y siempre excesiva de nazis. Seguiremos aplaudiendo que nos entreguen a los nuestros, sean cabezas rapadas, nazis de esvástica o de hacha y serpiente, para que cumplan sus condenas, no por pensar en claves criminales, sino por los delitos inducidos por ellas. La tarjeta de residencia de Hosnik se la pueden otorgar a un marroquí o a uno de los africanos que esperan hacinados en Ceuta una salida a su dramática situación. Lo agradecerá el agraciado, lo agradecerá Austria y lo agradeceremos todos los que creemos que las democracias deben ser firmes y solidarias en su autodefensa contra los enemigos comunes.
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