Vulgar, ridículo 'western'
El ceremonial del western, a fuerza de repetirse en miles de variantes, da la falsa impresión de ser una cosa fácil de repetir una vez más impunemente y sin sensación de riesgo. Desde que Lawrence Kasdan, Clint Eastwood y otra gente de fuste emprendieron hace años la enésima resurrección del inmortal cine del Oeste, otros les han seguido. Y muchos han metido la pata hasta el cuello.Ahora parece que le ha tocado el turno a cineastas con prurito de estilosos y modernos, pues hace unas semanas, en el festival de Cannes, se presentaron dos caricaturas de westerns en primicia, dirigidos uno por Jim Jarmusch, Hombre muerto, y otro por Sam Raimi, esta Rápida y mortal, de la que más vale olvidarla rapidez, que brilla por la lentitud de su nula inspiración, y recordar. únicamente lo que tiene de mortal, que es mucho y de necesidad, pues es uno de los engendros más .. contundentes que ha dado Hollywood últimamente, lo que ya es decir.
Rápida y mortal
Dirección: Sani Raimi. Guión: D. Moore. EE UU, 1995, Intérpretes: Sharon Stone, Gene Hackman. Estreno en Canciller, Paz, Dúplex, Vaguada, Cristal, Rialto, Colombia, Albugera, 7º Arte, Alcalá.
El mejunje de Rápida y mortal. tiene sus tres patas en un guionista algo intruso llamado Moore, un director intruso llamado Raimi y una pistolera más que intrusa, la estrella Stone. Y los tres se proponen sostener una. nueva plataforma para el lucimiento de los morbos o morbillos que rodean la imagen de esta guapísima señora. Pero la otras veces inteligente Stone esta vez da la impresión de que se pasa de lista, pues es coproductora de este filme, con el que ganará algún fajo de dinero fácil y tan rápido como su dedo de apretar en falso el gatillo, pero que a la larga dañará su credibilidad.
Las viejas y ya en buena parte rancias leyes del star system de Hollywood, requieren, para funcionar bien, estar engrasadas con mimo e incluso con cierta. misteriosa alquimia, que excluye expulsar de su uso cualquier tentación al recurso de la chapuza. Pero en Rápida y mortal hay chapuzas a destajo,. comenzando por el asombroso desconocimiento de los códigos que requiere eI buen funcionamiento del juego de la caza del hombre por el hombre (esta vez mujer) por parte del director y el guionistá.
Y del parto sale un aborto de western indigerible, casi al borde del tiro por la culata. Su más exacto diagnóstico lo proporciona el que un actor archidotado para moverse como pez en el agua en este tipo de filmes, Gene Hackinan (ahí queda Sin perdón) está a la altura del desaguisado y logra lo inimiginable en él: actuar rematadamente mal, dar la impresión de que no se cree ni una de las palabras que dice y ni uno solo de los gestos que esboza, sin lograr ocultar su desgana, indicio de inseguridad en un actor hasta ahora infalible, pero que aquí se pierde como una caperucita.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.