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Bélgica repite Gobierno de centroizquierda con un programa de austeridad

Xavier Vidal-Folch

Bélgica ya tiene Gobierno, el Dehaene-II. Los cuatro partidos ganadores de las elecciones del 21 de mayo -socialcristianos y socialistas de las dos familias lingüísticas, francófona y neerlandófona- llegaron a un acuerdo programático, basado en la austeridad. presupuestaria indispensable para apuntarse a la moneda única europea. La coalición continuista de centroizquierda, tratará de aplicarla sin romper las conquistas sociales. Sus representantes acordaron ayer la lista del Gabinete, que presidirá el socialcristiano flamenco Jean-Luc Dehaene.

El Dehaene-I tardó tres meses en fraguarse, en 1992, por el agotamiento del liderazgo de Wilfried Maertens, tras haber encabezado ocho Gabinetes. Esta vez ha bastado un mes y un día, a lo que ha contribuido el buen sabor de la experiencia anterior, la ratificación del liderazgo de Jean-Luc: Dehaene y la voluntad de cerrar la crisis antes de la cumbre de Cannes.El acuerdo de las cúpulas se ratificó en la noche del jueves con cuatro congresos extraordinarios de los partidos para ratificar un documento programático de 74 páginas hilvanado Sobre una doble apuesta: la austeridad presupuestaria y el mantenimiento del Estado de bienestar. La bandera del nuevo Gobierno es el saneamiento presupuestario: "La base de todo', dijo Dehaene. La ambición es "colocar definitivamente a Bélgica en la unión monetaria", para lo cual debe cumplir las condiciones de convergencia pactadas en, Maastricht. Se trata de reducir el déficit, ya en 1996, al, 3% requerido por el Tratado de la Unión. El esfuerzo será titánico, porque sé prevé que este año el presupuesto acabará con un desequilibrio del 4,7%. El problema belga es el montante y la carga de la deuda. El montante, porque se calcula que en 1995 acabará en torno al 138% del PIB, -más del doble de la española-, y para cumplir con Maastricht debe reducirse al 60%. La carga derivada de tan enorme paquete es la causa del déficit anual.

Para llegar a este objetivo se pretende controlar el gasto, es pecialmente de la Seguridad Social, y encontrar nuevas fórmulas de ingresos impositivos. "Necesitaremos sangre fría para encajar las críticas", afirmó Dehaene. Desde luego vendrán, aunque el Gobierno pretende preservarlas pensiones (e incluso aumentar las inferiores, "si es posible") y él seguro de desempleo. Y lanzar un plan de políticas activas para el empleo. La polémica sobre la reducción del tiempo de trabajo se salda con la fórmula socialcristiana: "Se hará de forma individual y voluntaria".

El Dehaene-II desea también una pausa institucional para digerir la federalización. "La reforma del Estado es un proceso dinámico, pero una reforma continua sería inconveniente", señaló Dehaene.

El nuevo Gabinete, cuya composición se conoció ayer, tendrá 15 ministros, ocho socialistas y siete socialcristianos. La cúpula repite la anterior: el primer ministro y los cuatro viceprimeros ministros (Herman van Rompuy, Presupuesto; Johan Vande Lanotte, Interior; Elio Di Rupo, Economía, y Melchior Wathelet, Defensa). Las carteras sociales quedan en manos de los socialistas, que comparten con sus socios las económicas. Los flamencos monopolizan los departamentos internacionales. Y sólo se incorporan dos mujeres.

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