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Crítica:CANCIÓN - JOHNNIE MUSIC FESTIVAL
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cuerda para rato

Hace un año que Cesaria Evora echó el cierre a la Muralla Árabe. Ahora le ha tocado inaugurar la programación de. este verano en un espacio inédito para las músicas de África, Brasil y el Caribe: La Riviera. Con sus palmeras, la sala a orillas del Manzanares guarda cierto parecido con el club de ambiente onírico-tropical de Exótica, la película de Atom Egoyan, striptease excluído.Cesaria Evora no renuncia a su mesa camilla sobre la que reposan vasos, un cenicero y una botella de agua mineral. Sí, de agua, porque ha dejado de estimularse a base de coñac. Más novedades: el repertorio es diferente -áhora lo constituyen las canciones de su último disco, Cesaria, a las que se suman las indispensables Angola o Sodade-; la banda que la acompaña ha crecido en número y sólo conserva a don Armando, que, al número en que toca la guitarra por detrás de la cabeza, le ha añadido un paseíllo entre el respetable. En cuanto a los nuevos arreglos, más orquestales, alcanzan una ligereza que probablemente ya a reportarle aún más seguidores.

Cesaria Evora

Cesaria Evora (voz), Chico Serra(piano), José París (bajo eléctrico), Luis Duarte (guitarra), Jacinto Pinto (cavaquinho), Rufino Almeida Bau (cavaquinho, violín) y Armando Tito Titinho (guitarra), La Riviera. Madrid, 21 de junio.

Por lo demás, Cesaría sigue a su aire. Dando alguna que otra calada al cigarrillo, con esa sonrisa socarrona de quien está de vuelta de todo. Parece traerle al fresco que haya dos mil personas viéndola, como en este caso, que cantar para cuatro gatos. Además ya ha ganado lo suficiente para comprar una casa a la familia y unos cuantos pares de zapatos, claro, aunque se los deje en el camerino. Puede que algunos acudan a escucharla por el exotismo de cantar descalza pero seguro que se olvidan de sus pies ante la mirada herida. de esta mujer de cuerpo maltratado y el encanto de una voz templada por el tabaco y el alcohol.

Morna tras norna -ese fado suavizado por la brisa -del trópi co-, Cesaria cantó como siempre, con esa nostalgia que los caboverdianos heredaron de sus colonizadores portugueses. Empezaron con una mazurca de Bau, que aporta un toque de ele gancía con el cavaquinho -pequeña guitarra-, y terminaron con un enternecedor vals.

Reitera su intención de retirarse, pero uno sospecha que se ha acostumbrado a que el público europeo le regale los oídos con sus aplausos. Esta abuela cíncuentona está viviendo lo que tenía que haber vivido de joven y da la impresión de descontar años del pasaporte. Ya lo verán: hay Cesaria para rato.

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