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Una nave de EE UU partirá para acoplarse el viernes a la estacion espacial rusa

Intercambio de tripulantes, provisiones y equipos científicos

BETH DICKEY (REUTER) El mes próximo hará 20 años que una nave soviética Soyuz y una Apolo estadounidense se unieron brevemente en órbita para intercambiar saludos. Esta semana, las dos potencias espaciales cruzarán el umbral de lo que promete ser una relación mucho más permanente. El transbordador estadounidense Atlantis se dirigirá el próximo viernes hacia la estación orbital rusa Mir para acoplarse a ella dos días después y permanecer así cuatro días más para el intercambio de tripulantes, comida, equipos científicos y buenos deseos.

"Será la primera vez que se Junten en el espacio dos vehículos tan grandes", ha comentado Robert Castle, responsable de supervisar la maniobra de atraque de la nave a la estación, ensayada pero no consumada el pasado mes de marzo con el transbordador Discovery.El vuelo del Atlantis durará 10 días en total, pero los ingenieros y técnicos de las dos potencias espaciales llevan tres años preparando la misión.Será todo un espectáculo: los dos artefactos espaciales, de más de cien toneladas de peso cada uno, formarán un extraño conjunto: la Mir, con sus paneles solares desplegados desde la estructura, tubular, y -el Atlántis, como un avión compacto. Girarán alrededor de la Tierra a una velocidad de 28.000 kilómetros por hora. La estación y la nave se encontrarán en un punto prefija do sobre Rusia oriental, con margenes de error para el acoplamiento de sólo dos minutos y diez centímetros.

El acoplamiento exigirá algunas acrobacias técnicas muy impresionantes, pero también lo son las implicaciones políticas de la misión. Dice Vance Brand, uno de los astronautas de aquel encuentro Apolo-Soyuz en plena guerra fría. "Nuestra misión abrió una rendija en la puerta [entre el Este y el Oeste], ahora está completamente abierta. Me sorprende que sé haya tardado tanto".

Vuelo número 100

El señalado acontecimiento espacial, además, es el vuelo tripulado número 100 de los estadounidenses, un honor programado Para el. transbordador Discovery hasta que los pájaros carpinteros en Cabo Kennedy agujerearan su depósito principal de combustible obligando a retrasar su lanzamiento.

El próximo acoplamiento del Atlantis y la Mír no es más que un pequeño paso en el programa ruso-estadounidense de cuatro años y 400 millones de dólares. Programa por el que el físico y astronauta Norman Thagard está en orbital a bordo de la Mir, desde el pasado 18 de marzo. Acaba de batir el récord de su, país de permanencia en el espacio, y regresará a la Tierra en el Atlantis junto con sus compañeros rusos en la estación espacial Vladímir Dézhurov y Guennadi Strékalov. A cambio, los cosmonautas rusos Anatoli Solóviev (48 años) y Nikolái Budarin (42 años) viajarán hasta la Mir en el Atlantis y se quedarán, en la estación durante 70 días.

En total habrá 10 astronautas y cosmonautas, en la próxima mi sión de acoplamiento, una tripulación tan numerosa que ha sido todo un reto confeccionarla. Los otros otros erán el piloto Charles Precourt, y los especialistas de mi sión Bonnie Dunbar, Ellen Ba ker y Greg Harbaugh. Su objetivo es aprender a trabajar con los rusos con vistas a la estación in ternacional Alpha, que debe esta en operación en el año 2002 en cooperación con Europa, Japón y Canadá. El montaje de esa base espacial debería empezar en menos de tres años.

De parte estadounidense, los rusos ganarán mucho, además de los ingresos en efectivo que necesitan enormemente. La tecnología de EE UU está reconocida como más moderna; más ensayada y mas avanzada. El mecanismo de atraque, por ejemplo, fue hecho en Moscú, pero acelerado en EE UU.

Algunos observadotes han señalado que el mayor riesgo que afrontan los rusos frente a EE UU no es tecnológico, sino político. Desde que él Congreso canceló el superacelerador de partículas SSC que se había empezado a construir en Tejas, la gran ciencia en América tiene un baldón. "No somos precisamente el socio más estable del mundo", dice John Logson, director del Instituto de Política Espacial de la Universidad, de Georgetown.

Cuatro idiomas y dos políticas

Según la NASA, la mayor dificultad de la inininente, misión son los idiomas. Aunque astronautas y cosmonautas han sido instruidos para hablar la lengua de los colegas del otro y país" el resultado es un complejo sistema de traducción- del lenguaje de la NASA al Inglés, al ruso, a la tecnolengua rusa, y a la inversa. Además, cada uno aporta un pesado equipaje, bueno. y malo, en la nueva relación.De Rusia, procede la experiencia en los vuelos espaciales tripulados de larga, duración y una reputación de eficacia. Aunque sus cohetes. es tan anticuados y sus instala ciones en el cosmódromo de Balkonur muy deterioradas, mantienen una gran potencia de lanzamiento.

Aunque algunos observadores están preocupados por la inestabilidad general, económica y militar rusa, el director de la NASA, Daniel Goldin, ha dicho: Los rusos están mucho más preocupados con nosotros".

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