El gobernador avisa
LA PUBLICACIÓN del Informe anual del Banco de España ha constituido siempre una ocasión propicia para identificar las dificultades que se interponen al crecimiento sostenido de la economía española. El discurso con que el gobernador acompaña la presentación del informe suele contener un repertorio de advertencias -en ocasiones de quejas- al Gobierno, a los agentes económicos y sociales y a las entidades bancarias bajo su supervisión. Esta vez tiene el significado añadido de que se trata del primer informe elaborado tras la recién estrenada autonomía del banco respecto del Gobierno.El Banco de España ha pasado a ser guardián de la ortodoxia antiinflacionista y su Iegitimación institucional depende en gran medida de que se alcance el objetivo de estabilidad en los precios. Quizá por ello, el gobernador se cuida, en mayor medida que en años anteriores, de subrayar los obstáculos que se interponen a ese objetivo. El gobernador vuelve a reclamar la introducción de mayor flexibilidad y libertad en mercados y actividades, síntesis de las no por tópicas menos necesarias reformas estructurales. Lo que en modo alguno es sinónimo de mayor desregulación del mercado de trabajo, sino de la aplicación de medidas similares a aquellos sectores y mercados que toda vía conservan las rigideces de siempre.
El segundo capítulo de advertencias se centra en la evolución de las finanzas públicas, verdadero caballo de batalla para cualquier banco central. Con mayor razón en nuestro caso, donde el crecimiento de la deuda pública constituye una sena restricción sobre las condiciones de financiación del conjunto de la economía y, desde luego, sobre la orientación de la política monetaria.
En las circunstancias actuales, aun cuando es probable el cumplimiento del presupuesto de 1995 -a pesar del crecimiento del déficit en los primeros cinco meses del año en un 14%-, los títulos de nuestra deuda pública siguen mostrándose vulnerables, como lo demuestra el mantenimiento de un riesgo diferencial derivado de la inestabilidad política. Las señales que en esa dirección de rigor presupuestario han de aportar el Gobierno y su aliado parlamentario son hoy imprescindibles.
Las advertencias finales del responsable del banco emisor se centran en la estabilidad del sistema crediticio y en el sistema de pagos. Están formuladas desde el convencimiento del carácter excepcional que revistió 1994 para el sistema bancario español, considerado como la conclusión de una de las etapas más duras de su historia". Los peligros de inestabilidad están, sin embargo, sobre la mesa, y exigen una atención tanto mayor cuanto más evidente es la reducción de márgenes determinada por la competencia, y mayor la proliferación de nuevos instrumentos financieros, que, aun cuando faciliten la consecución de una mayor eficiencia del sistema, también pueden aumentar el riesgo potencial de algunas entidades, si los directivos de esas entidades no los conocen suficientemente o no disponen de adecuados sistemas de gestión de riesgos.
Mensajes oportunos, pero que por sí mismos no garantizan la corrección por parte de los agentes económicos de las actitudes que han determinado esos riesgos para un crecimiento estable y sostenido. Las otras condiciones hoy precisas, las asociadas a la estabilidad política, no es necesario demostrar que no son las óptimas.
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