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El hospital despide al médico que no atendió a la mujer atropellada

Antonio Jiménez Barca

La gerencia del hospital central de la Cruz Roja de Madrid, dependiente del Insalud, despidió ayer a Manuel Pino, de 48 años, el traumatólogo que el lunes siguió cenando tranquilamente en la cafetería del centro médico en lugar de asistir a una mujer que acababa de ser atropellada a 20 pasos de allí.Juana Cortés, de 26 años, la mujer arrollada, se encontraba ayer en su casa recuperándose del golpe. A su entender, la decisión de despedir al médico es "correcta", y está "bien tomada", según ha declarado a EL PAÍS. El médico despedido, que fue localizado ayer en su domicilio por este periódico, se negó a ofrecer una versión. "No hacemos declaraciones", dijo quien descolgó el teléfono.

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La carta de despido

La dirección del centro hospitalario, situado en la avenida de la Reina Victoria, dirigió ayer al traumatólogo un escrito donde le comunica su despido y relata los hechos. El texto indica que las personas que se hallaban en la cafetería dijeron en voz alta que si no iba a salir nadie a auxiliar a la herida. Después recoge algunas de las conclusiones de la investigación emprendida por el hospital y resalta el hecho de que Pino se limitara a levantarse de la mesa, dirigirse a la centralita y reclamar a la telefonista que avisara al Servicio de Asistencia Municipal de Urgencias y Rescate (SAMUR). Tras hacer eso, Pino volvió a la cafetería y continuó cenando.

La propia, mujer accidenta da relató a este periódico (véase EL PAÍS del miércoles) que la atendió enseguida un médico que circulaba en su coche tras el automóvil de autoescuela que la había arrollado, y que este doctor, tras comprobar su estado, pidió que alguien acudiera a la Cruz Roja para reclamar un traumatólogo. Varios testigos se acercaron y solicitaron a gritos un médico. Las asistencias del SAMUR llegaron 15 minutos después y la trasladaron al Clínico.

El hospital ha despedido a Pino "por negligencia grave", basándose en el artículo 54 del Estatuto de los Trabajadores. "Además, los médicos deben obedecer un código deontológico que les obliga a atender a cualquier enfermo", añade la gerente, Eloísa Bernal.

El médico alegó que no podía abandonar el centro por estar de guardia

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Pero de la cafetería no salió ningún traumatólogo, a pesar de que Manuel Pino se encontraba allí.Fueron los testigos, indignados por el comportamiento del especialista, quienes denunciaron el hecho a los medios de comunicación. De hecho, la familia de María Juana Cortés y ella misma se enteraron de todo el asunto por la televisión, un día después del accidente y una vez que la mujer ya estaba en casa de vuelta del hospital. Nunca se imaginaron todo el revuelo que el accidente había provocado.

De cualquier forma, no es la primera vez que un hospital madrileño desatiende a un herido a sus puertas.

El pasado 22 de febrero, Jesús Sagarberría, de 67 años, agonizó durante 15 minutos víctima de un infarto a 60 metros de la clínica privada Nuestra Señora del Rosario, en la calle del Príncipe de Vergara.

Entonces no se despidió a nadie. La Fiscalía de Madrid incoó diligencias para investigar posibles irregularidades y el Colegio de Médicos de Madrid abrió un expediente al centro sanitario. Ambas investigaciones siguen todavía abiertas.

El 6 de mayo de 1994, la clínica privada La Fraternidad (paseo de La Habana) negó atención a un hombre que llegó al centro sanitario herido de bala. La Policía Municipal presentó una denuncia contra el centro sanitario.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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