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Crítica:MÚSICA CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Precisión, estilo

Orquesta Nacional de EspañaDirector: L. Pfaff. Solista: E. Abargues, fagot. Obras de Weber, Del Puerto y R avel. Madrid, 2 de junio.

Dirigió la Orquesta Nacional en su penúltimo concierto de abono el suizo Luca Pfaff, conocido por todos y afanoso cultivador de música nueva. Programa no habitual: si la segunda parte incidía en La alborada y El bolero de Ravel -en versiones muy por encima de lo discreto-, la primera contrapuso El concierto para fagot de Weber a un estreno madrileño de David del Puerto.El prestigio de Weber gracias a sus grandes óperas mantiene en repertorio este concierto vacuo e insignificante, que debía estar en el baúl de los cadáveres. Pero el solista, Enrique Abargues (Buñol, Valencia, 1963), demostró su alta calidad con una línea natural y expresiva, un bello sonido y gran dominio de técnica virtuosista. Largos aplausos, como los muy justificados a David del Puerto (Madrid, 1964), por una obra de hace cinco años, que estrenó Pfaff con la Sinfónica del Rhin en el festival de Alicante, sobre el que circulan aciagos presagios, que no creo se confirmen tratándose de un ciclo emblemático en el campo de la creación actual que nos tapa la cara de otras vergüenzas y desvíos.

Del Puerto posee un talento evidente y lucha, con magníficos resultados, por alcanzar un estilo propio en la unidad entre ideas y procedimientos. Ya se advirtió el avance en Verso II, interpretada en Madrid en 1992 y revisada en Alicante en 1994. Corriente cautiva, para una orquesta de cámara a dos, con arcos reducidos, alude a la música como fluir temporal que la memoria apresa gracias a las formas sugeridas. Esto, que es común a toda música que premeditadamente no lo contradiga, sirve de soporte al autor para la sucesión de un mensaje objetivo y transparente en el que advierto huella de De Pablo.

Del Puerto dice su discurso intrasferible y transmite su pensamiento preciso, condensado y atractivo. La versión, tocada de mezzofortismo, como casi todo el concierto, permitió sin embargo el seguimiento de la partitura con aproximación; y el éxito, siendo un lenguaje nada familiar al público asiduo, muy digno de consideración.

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