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Londres descubre el lado artístico de la violencia

Unas palabras de la escritora Susan Sontang, recogidas en un panel que cuelga de una de las paredes de la sala, resumen la filosofia de la exposición Pulp Fact, recientemente inaugurada en la galería The Photographers, en Londres. "El fotógrafo es un asesino sublimado", dice Sontang. Un ser que al oprimir el disparador de la cámara consuma un oculto deseo destructivo. Con la proliferación de fotógrafos puede que el mundo haya ganado en civilización, pero el número de imágenes violentas se ha multiplicado hasta crear una perturbadora realidad.La muestra que exhibe esta pequeña galería del Soho londinense hasta el 17 de junio atrae sobre todo a profesionales y adictos a la fotografía. Un rápido vistazo a las tres salas dedicadas monográficamente a ilustrar las tareas habituales de la policía es suficiente para encontrar una explicación a este hecho. Demasiada sordidez. Junto a las escenas cotidianas que revelan la omnipresencia de las armas en la sociedad norteamericana, recogidas por una quincena de fotógrafos, en su mayoría oriundos de Estados Unidos, The Photographers exhibe una muestra del lado violento de nuestra sociedad occidental captada por el objetivo de tres diferentes autores, con tres diferentes estilos.

El arte de la fotografía negraaparece a intervalos en el reportaje Verité, del norteamericano Robert Gumpert, siguiendo los pasos a dos inspectores del departamento de policía de San Francisco, en su minuciosa investigación de tres crímenes. Dentro de las mismas pautas se mueve la colección de imágenes, un poco más a escala humana, recogidas por el fotógrafo británico Leo Regan, en su aproximación a las tareas cotidianas de la Garda, policía de la República de Irlanda. Víctimas de crímenes menores yacen cubiertas bajo un lienzo a un lado de la carretera. Un poco más lejos, un grupo de niños curiosos contempla el quehacer misterioso de la policía. Completan este ciclo de autor las obras, ya claramente con pretensiones interpretativas de la realidad, del fotógrafo irlandés Paul Seawright con una incursión artística en el mundo de la policía de Irlanda del Norte.

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