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González quiere reactivar con Clinton en Madrid la relación Estados Unidos-UE

El semestre de la presidencia española de la Unión Europea (UE) que se inicia el 1 de julio, estará repleto de acontecimientos importantes, pero, si salen bien las cosas, su colofón será aún más sustancial. El jefe del Gobierno, Felipe González, está intentando que el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, viaje a Madrid en diciembre para firmar con él y con el presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer, un documento que sentará las bases de una nueva relación transatlántica entre Washington y los Quince.

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Relación transatlántica

El Gobierno español explicará este proyecto hoy y mañana, según fuentes de la Administración española, al secretario de Estado norteamericano, Warren Christopher, que efectúa su primera visita a la península Ibérica des de que accedió al cargo,Los otros dos grandes temas de conversación previstos con el huésped norteamericano serán la situación en la antigua Yugoslavia y una probable iniciativa española para que la UE negocie con Cuba un acuerdo de cooperación similar al que ha puesto en marcha con Vietnam.

El empeño de España por impulsar esta iniciativa ha sorprendido a sus socios comunitarios, acostumbrados a que el Gobierno español se haga más bien eco en Bruselas de los intereses del Magreb o de Latinoamérica. Además de trasmitir la impresión de desarrollar una política exterior más equilibrada, la diplomacía española espera aprovechar ocasión para estrechar lazos con la Administración de Clinton, con la que ha mantenido muy escasos contactos. El presidente de EE UU ha estado cuatro, veces en el Viejo Continente pero nunca en España.

El jefe de la diplomacia de EE UU pronunciará mañana un discurso en la madrileña Casa de América en el que, según ha anticipado a sus anfitriones espanoles, brindará su apoyo a la puesta al día de la Declaración Trasatlántica de 1990, que regula las relaciones entre Washington y Europa, pero no se comprometerá todavía sobre una eventual visita a España de Clinton.

El documento firmado hace cinco años con EE UU adolece de dos graves defectos. Al haber sido suscrito antes de que el Tratado de Maastricht entrase en vigor, ha quedado algo desfasado y, al margen de las cumbres anuales entre el presidente norteamericano y el jefe de gobierno europeo que encabece la Unión Europea, no prevé reuniones periódicas de altos funcionarios para estudiar como ahondar en la relación.

Desde finales del año pasado han surgido voces a ambos lados del Atlántico que solicitan actualizar y profundizar los nexos entre Europa y Norteamérica. Uno de los pioneros en defender esta tésis fue en otoño el primer ministro canadiense, Jean Chrétien, que intentaba así evitar que su país quede marginado de una iniciativa entre Washington y Bruselas. Tras la guerra del fletán, España no desea que Canadá esté asociado a tal proyecto.

El ministro alemán de Asuntos Exteriores, Klaus Kinkel, y el vicepresidente de la Comisión Europea, Leon Brittan, preconizan establecer con Estados Unidos un acuerdo de libre comercio mientras el titular sueco de Asuntos Europeos, Mats Hellstrom, aboga más bien por inspirarse de la relación que Bruselas estableció estos últimos años con los Estados de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA).

La diplomacia española, que asumirá la presidencia de la UE dentro de un mes, aún no tiene las ideas claras. Es reacia al libre comercio porque, comenta un diplomático, "todavía no han cicatrizado las heridas provocadas por la batalla de la Ronda Uruguay", que concluyó en diciembre. Además, las reglas de la. Organización Mundial de Comercio (OMC) prohiben de hecho excluir a la agricultura del libre comercio, y la UE no puede liberalizar ese sector hasta que no haya reformado la Política Agrícola Común (PAC).

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