2.000 barceloneses se dan cita con la poesía
Versos sobre desamor y los archivos de Salamanca, en el Palau de la Música
La nueva edición del Festival Intemacional de Poesía de Barcelona, la 11ª, en el Palau de la Música, se saldó en la noche del martes con un éxito más que notable. Llenazo. Exactamente 2.060 personas, según la organización, acudieron al reclamo de los versos pese a que llovía. En fin, quizá la lluvia incita a escuchar versos ("Las lluvias salvajes favorecen los transeúntes profundos", escribió René Char). Algunos rostros mostraban la frustración de quien se ha quedado sin entradas para un concierto de P. J. Harvey. Insólito. Un 10% de los asistentes incluso pagó 300 pesetas para disponer del kit poético: el librito con la traducción de los versos y la codiciada linternita que se adjuntaba para el uso de los textos en la oscuridad de la sala. Queda como un misterio insondable qué diablos entendió el 90% restante de los espectadores de los versos que recitó el finés Pentti Holappa en su propia lengua. Los 13 poetas reunidos en esta ocasión hablaron de lo que hablan los poetas, de cosas que van de lo sublime a lo cotidiano y hasta a lo que a nosotros, los humanos de a pie, nos puede parecer banal: desamor (José Agustín Goytisolo), dólar y medio de patatas (el pullitzer norteamericano Philip Levine), el roce de una gardenia (el mallorquín Antoni Vidal Ferrando), cráteres émulos de las hojas en acordes de quinta el aire regalado (Clara Janés), los archivos de Salamanca (David Jou)... El festival pasó rápido -dos horas y media- y las deserciones fueron muy pocas.La linternita fue todo un descubrimiento: hace realmente efectiva la traducción y en el peor de los casos uno puede distraerse deslumbrando al de la butaca de al lado o, si está cerca del escenario, incluso a un poeta.
Francisco Brines se metió a más de uno en el bolsillo con su primer poema, Viaje por el Nilo ("En el reposo de la luz los ibis/ golpean el silencio"). Un estremecimiento de placer -¿masoquista?- pareció recorrer al auditorio cuando se anunció al finés Holappa. En sus versos hubo quien escuchó el sordo golpear de los cascos de los renos sobre la espesa nieve lapona. Los que disponían de traducción observaron que hablaba en realidad de un bloque de hormigón roto olvidado en un parque.
Jou entusiasmó con su poema sobre los archivos de Salamanca ("A mí, en el fondo, me agrada que se sepa/ el poder de las palabras y que se tema devolver el paperamen/ por miedo de su auténtico y real significado: / esta orografía de las letras fue una voluntad/ que aún vive y que aún muchos combaten/ -intérpretes disimuladores del odio en tertulias y portadas".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.