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Color conservador con motas socialistas

Las Islas Baleares quedaron ayer teñidas de un solo color, el del Partido Popular, que ratificó su tradicional implantación política y se hizo por primera vez con la mayoría absoluta en unas elecciones autonómicas. La marea popular y el cambio de piel llegaron hace ya muchas elecciones a las islas aunque las urnas reflejaron algunas motas, signo inequívoco de diversidad.La considerable caída del PSOE se mitiga en las votaciones municipales ante la posibilidad de pactar gobiernos progresistas y nacionalistas y retener las alcaldías de ciudades punteras: Calviá, en Mallorca, y Mahón, en Menorca. También otros enclaves de peso como Felanitx, Artá, Algaida o Lloseta, en Mallorca, y Alaior, en Menorca.

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La caída socialista en el conjunto de las islas pone en peligro su liderazgo en la oposición regional en el Parlamento balear, en el que aumentan su voz los Nacionalistes de Mallorca-PSM y se estrenan con empuje Esquerra Unida-lU. El PP gana con claridad; la izquierda se fragmenta. Unió Mallorquina supera el mínimo del 5% y entra con dos diputados lo que le permitirá controlar el gobierno del Consejo Insular de Mallorca. También Els Verds obtienen un escaño en Ibiza. La participación en el archipiélago fue de las más bajas del país.

El refrendado presidente del Gobierno balear, Gabriel Cañellas, del PP, lleva 12 años gobernando de manera ininterrumpida y quería "un juicio popular a su gestión". En líneas generales superó el envite pero no logró aumentar las adhesiones. El porcentaje de votos del PP baja respecto a las últimas elecciones autonómicas. Cañellas es el político de su partido que más tiempo lleva en el poder en España en la época democrática y ha dicho que éstas serán sus ultimas elecciones autonómicas.

Alcaldía de Palma

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Cañellas se mantiene personalmente ajeno al desgaste y a la lluvia de acusaciones y supuestos escándalos que afectan a su partido en las islas y ha logrado hacerse con la hegemonía, desde la derecha clásica hasta el centro nacionalista.

La capital balear, Palma de Mallorca, donde vive la mitad del electorado, seguirá siendo un feudo de la derecha popular, con Juan Fageda reelegido alcalde, que ha resultado igualmente indemne al acoso de los socialistas. El PP controlará además casi por completo el mapa político e institucional en Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera.

La izquierda socialista, la radical, los nacionalistas progresistas y moderados intentarán salvar dificultades de entendimiento para mantener la gestión municipal de varias ciudades y villas significativas en el litoral turístico y en áreas de tradicional influencia obrera desde los tiempos la República.

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