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LA SEMANA EN ROCK

Un esquema para descargar tristeza

El rock importado de Holanda entró con buen pie en España a través del primer trabajo de Bettie Serveert, un cuarteto con voz femenina al frente y guitarra Rickenbaker al hombro. Palómine fue su primer disco: melancólico a veces para luego descargar tristeza en largos y acertados desarrollos instrumentales; con su segundo trabajo, Lamprey, repiten esquemas y, en directo, los repitieron también hasta agotar su propia música. La preciosa voz de Carol Van Dijk no se escuchó con la transparencia que anunciaban sus dos trabajos, ni tampoco su guitarra, pero Peter Visser suplió el vacío con locuaces fraseos a la otra guitarra. Demasiada linealidad y pocos recursos para no agotarse en sí mismos a pesar de tener un sonido limpio y un público que,aunque escaso, se mostró receptivo.La descarada Silvia Superstar, estupenda y experimentada artista que domina las tablas, se presentó con su banda The Killer Barbies en El Sol y bajo el brazo su recién editado Dressed to kill. Música y letra en inglés para temas de un minuto que corren veloces uno tras otro sin alejarse mucho de los cuatro acordes básicos quesujetan su música. El efecto vitalista y el ritmo saltarín que pretenden, al que irremisiblemente llevan sus canciones, funcionó en un concierto que duró una hora en un raudo y caluroso repaso. The Killer Barbies tienen la compenetración entre sus músicos, pero sobre todo a Silvia como imán de las atenciones y diferenciador de otras muchas bandas que lindan en su terreno.

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