Más que llave de Barcelona
BARCELONA ES tal vez la ciudad española en la que más incierto es el resultado electoral del domingo. Por ello, y por la importancia de ese gran municipio para los principales partidos, los movimientos que entre ellos se produzcan en materia de alianzas están llamados a ejercer una influencia considerable en el panorama político nacional posterior al 28-M.Seguramente ninguna ciudad europea importante ha experimentado una transformación urbanística tan impresionante como la de la capital catalana en estos últimos años; al hilo de los Juegos Olímpicos, pero también al calor de una vitalidad social y económica indiscutible, en la que la rivalidad entre nacionalistas y socialistas, entre el presidente catalán, Jordi Pujol, y el alcalde, Pasqual Maragall, ha dado ocasión a una emulación que ha animado eficaces iniciativas y ha dado calidad a la ciudad.
Ahora la batalla electoral sitúa a Barcelona en un lugar también singular en el mapa político español, aunque, como es lógico, no totalmente al abrigo de las tendencias generales de la política española. Singular, de entrada, por la presencia de candidatos con peso político propio, en contraste con los que compiten, por ejemplo, en Madrid. Ello se ha reflejado ya en el tono y la calidad de la campaña electoral, en la que se ha discutido en profundidad de los grandes problemas que preocupan al ciudadano, desde la fiscalidad local hasta el transporte público y el tráfico, desde la ciudad como escenario cultural hasta la organización urbanística. No es que la política general esté ausente, pero no resta protagonismo a los candidatos y a sus programas municipales.
Maragall y Roca sufrirán en propia piel, más el primero que el segundo, el desgaste del poder y de la actual alianza entre socialistas y nacionalistas. Pero en mucha menor medida que el castigo que se prepara para los socialistas en toda España. La tendencia al alza del PP y de Iniciativa per Catalunya (parte catalana de Izquierda Unida) es también un reflejo bastante amortiguado de lo que sucederá con estas formaciones en el resto de España.
En Barcelona estas elecciones no tienen el carácter de primarias de unas legislativas que ádquieren en otras ciudades y comunidades. Y se celebran en un clima local de muy escasa crispación, con notables dosis de raciocinio y fair-play. No obstante lo cual, lo que se juega en Barcelona se está revelando como un elemento central para el futuro político, incluido el calendario del cambio de mayoría en el Parlamento español. Los sondeos preelectorales aseguran que el codo a codo entre los dos principales candidatos puede llevar a una situación en que la elección del alcalde dependa de los apoyos del PP. Paro si la elección de Roca depende de los votos pópulares, Barcelona se encontrará en ideal situación para escenificar la inversión de alianzas que muchos pronostican para la gobernación de España.
Ciertamente, los enfrentamientos entre Aznar y Pujol, reeditados ahora por la irritada respuesta del segundo a las insinuaciones del primero sobre la mentalidad interesada del nacionalismo catalán, permiten suponer, que la alianza no será inmediata. Pero sí cuando el pacto entre CiU y el PSOE toque a su fin. La vocación intervencionista del nacionalismo moderado catalán implica una tendencia a pactar con el partido del Gobierno, independientemente del signo de éste. A partir del 29 de mayo se escenificará en Barcelona la combinación entre lo que de momento es imposible y lo que mañana puede ser inevitable... si el PP no tiene mayoría absoluta en las generales.
En cuálquier caso, quien se encargue de alcaldía de Barcelona se enfrentará a enormes dilficultades. Si es Pasqual Maragall quien consigue sobreponerse a la marea antisocialista, y cuenta con suficientes apoyos para mantenerse en la alcaldía, deberá enfrentarse a una dura negociación con Gobiernos probablemente hostiles en Barcelona ahora y en Madrid dentro de pocos meses. Si es Roca, su, suerte dependerá de dos despachos, el del presidente del PP, que querrá cobrar caro su apoyo, y el del presidente de CDC, que querrá mantener en sus manos la última llave de los pactos y la sumisión política de quien ha sido uno de sus más encarnizados rivales políticos, a pesar de pertenecer a su mismo partido. En último término, así, del test electoral barcelonés puede depender, también, la fecha de celebración de las elecciones generales, tan largamente reclamadas por algunos.
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