Clinton se lo toma en serio
El presidente norteamericano, Bill Clinton, volvió ayer a hacer jogging, después de varios días de descanso, para demostrar que no tiene miedo a las amenazas. Pero no corrió, como era habitual, entre los turistas que cada mañana pasean por los jardines del Mall, sino en el protegido terreno de una base del Ejército junto al río Anacostia.Clinton se ha tomado en serio el clima de hostilidad antigubernamental destapado tras el atentado de Oklahoma, que se cobró cerca de 170 vidas. Miles de personas en todo el país, apoyadas en las ideas y los medios de poderosas organizaciones, como la Asociación Nacional del Rifle, proclaman su voluntad de combatir al Estado para defender su libertad individual. Y Bill Clinton es la máxima representación del Estado.
Más que eso, Bill Clinton es uno de los presidentes más controvertidos de los últimos años. Quizás nadie desde John Kennedy había despertado en Estados Unidos pasiones tan extremas como Clinton. Muchos norteamericanos lo odian o lo aman visceral y radicalmente, como expresión de sus principios. Los que lo aman ven a Clinton como un baluarte contra la revolución conservadora. Los que lo odian, le consideran un peligro para la civilización americana y para la supervivencia misma de esta nación.
Pocas veces también desde los años sesenta este país había estado tan polarizado ideológicamente. Grupos antiabortistas que defienden el derecho a matar a los médicos que interrumpen los embarazos, bandas paramilitares que amenazan con alzarse en armas contra el Estado, comentaristas de radio que predican el odio al Gobierno entre millones de oyentes. Todos ellos han creado un clima de tensión muy peligroso en un país en el que existe un arma en la mitad de los hogares.
Terroristas en casa
El atentado cometido en Oklahoma, demostró hasta dónde son capaces de llegar algunos individuos envenenados por esas ideas. En las primeras horas tras la explosión, la prensa norteamericana y la opinión pública se apresuraron a buscar responsabilidades en grupos terroristas de Oriente Próximo.
Todavía muchos norteamericanos son incrédulos sobre la responsabilidad en la explosión de unos convencionales granjeros del Medio Oeste. Pero, pese a esa incredulidad, la presencia del terrorismo en el interior de Estados Unidos es ya un hecho incontestable.
Esa amenaza encuentra a una policía que no está preparada para hacerle frente. Apresuradamente se toman medidas, como el cierre de la avenida Pennsilvania, para proteger al presidente. Pero Clinton no es precisamente un hombre con tendencia a esconderse en su residencia oficial de la Casa Blanca. Clinton hace varios viajes por semana a Estados del interior y tiene por delante una campaña electoral en la que tendrá que recorrer cada rincón del país, si es que el temor a un atentado no le obliga en el futuro a modificar su actividad política.
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