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Quinto ataque en ocho meses a la Casa Blanca

Antonio Caño

En medio del clima de hostilidad contra el Gobierno creado por organizaciones de extrema derecha, y sólo cuatro días después de que fueran tomadas medidas extraordinarias para proteger la Casa Blanca, un hombre armado saltó en la noche del martes la valla de la residencia presidencial y fue atrapado por agentes del servicio secreto cuando se encontraba a unos 25 metros de la entrada a la casa. "Sólo fue un día cualquiera en la Casa Blanca" comentó Clinton cuando se le informó del nuevo incidente en su jardín. Con éste son ya cinco los ataques sufridos por la Casa Blanca en los últimos ocho meses.

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Fue un incidente menor que ni siquiera puede considerarse un ataque contra el presidente. El protagonista, un hombre de 37 años llamado Leland Modjeski y residente de un suburbio de clase media del vecino Estado de Virginia, llevaba una pistola que, al parecer, ni siquiera estaba cargada, y por ahora no ha sido acusado de intentar matar a Clinton. Pero sí fue lo suficientemente grave para dejar en evidencia, una vez más, la vulnerabilidad de la Casa Blanca, así como para sembrar el temor de que atacar la residencia presidencial pueda convertirse a este paso en un deporte nacional.La policía no ha averiguado todavía las razones que impulsaron a Leland Modjeski, a quien sus vecinos tienen como un hombre tranquilo que nunca había provocado problemas. No se conocen sus ideas políticas ni su opinión sobre Clinton. Pero sí se sabe que Modjeski había sido despedido recientemente de su trabajo de repartidor de pizzas; y no sería la primera vez en Estados Unidos que una persona afectada por ese problema decide llamar la atención de forma violenta.

Leland Modjeski sufrió heridas ligeras al ser detenido, como también resultó herido en circunstancias extrañas uno de los miembros del servicio secreto que participó en la captura. Según la versión oficial facilitada ayer, Modjeski saltó poco después de las diez y media de la noche del martes la valla de hierro de unos dos metros y medio de altura y penetró en el jardín del ala este de la residencia presidencial. Inmediatamente sonaron las alarmas y un miembro del servicio secreto se lanzó sobre él. Mientras lo bloqueaba, divisó la pistola que portaba el intruso y gritó: "¡Arma!". En ese momento, otro policía disparó sobre el atacante, al que hirió en el brazo. La misma bala, según esta versión, salió rebotada e hizo impacto en el brazo del otro agente del servicio secreto. Los dos permanecían ayer internados en el hospital de la Universidad George Washington.

Bill Clinton había entrado a la Casa Blanca menos de media hora antes de que se produjeran los hechos. En el momento del tiroteo el presidente se encontraba reunido con su jefe de Gabinete, Leon Panetta; su esposa, Hillary, estaba ya en la cama, y su hija, Chelsea, acababa de acostarse también después de haber terminado sus deberes. Ninguno de ellos escuchó el disparo. El presidente felicitó al servicio secreto por su trabajo.

Este nuevo incidente demuestra que, pese al cierre el pasado sábado de la avenida de Pensilvania al tráfico de vehículos, la Casa Blanca, situada en el centro de la ciudad de Washington, sigue siendo un lugar muy vulnerable. Pennsylvania Avenue, que corre paralela a la fachada norte de la residencia, fue clausurada para evitar un atentado con coche bomba similar al que mató a 167 personas en la ciudad de Oklahoma el pasado 19 de abril.

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El último caso de un intruso que saltó la valla de la Casa Blanca, y murió después por disparos de la seguridad, ocurrió en 1976. El año pasado, una avioneta, al parecer conducida por un piloto transtornado, se estrelló contra el techo de la Casa Blanca, y un transeúnte disparó repetidamente con una ametralladora contra la fachada norte de la residencia.

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