Racional e imaginativo

Dentro del ciclo por el 10º aniversario de la revista Scherzo actuó Krystian Zimerman (Zabrze, Polonia, 1955), con su carga de perfecciones, imaginaciones y casi milagros. Su programa fue ejemplar: Debussy, Webern y Bach, para la primera parte; Bach, Webern y Chopin, para la segunda. Desde el primer cuaderno de Imágenes se impuso una sensación categórica en las tres dimensiones que lo componen: la sugerencia de los Reflejos en el agua, el Homenaje a Rameau, entendido desde el tiempo y el sentimiento debussianos y la viva articulación, basada en valores instrumentales, del movimiento final.Como contraste o complemento, Anton von Webern, al que parece llegar, paso a paso, su hora: la de la normalidad y "la liberación de una lectura banalmente aforística o formalmente vanguardista", como escribió Luigi Nono en 1983. Dos piezas tempranas, exactas más que breves, pues éste es concepto relativo que poco garantiza, parecen vaciar el pasado recibido. Datan la Pieza infantil y la Pieza para piano de los años 1924 y 1925.

En las Variaciones opus 27, de 1936, Webern se mueve entre la idea variativa y el esquema de suite en tres tiempos. Zimerman, desde una milagrosa calibración de sonidos y silencios, ofreció versiones que Webern debió imaginar pero que acaso no llegó a escuchar jamás.

Hermosa, honda y desentrañada, la concepción de la Sonata en Si bemol menor, de Chopin, con un primer tiempo prodigioso y una Marcha fúnebre desnuda de retórica; el pianista polaco tuvo para Bach dos medidas: las que demandan mundos tan diversos como la Partida número 2 y Passacaglia y Fuga en Do menor, de origen organístico, transcrito magistralmente por el propio Zimerman para el gran piano que siente y trata como tal. En resumen, una noche de música auténtica, sin trampa ni convenciones.