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EL SECTOR DEL AUTOMÓVIL.

Los grandes fabricantes de coches estudian reducir sus inversiones en España

La caída de un 5% de la matriculación en el mes de abril, y la tendencia a la baja en la primera quincena de mayo -sólo 13.000 coches vendidos- han servido de pretexto. Los grandes fabricantes estudian una drástica reducción de sus inversiones en España, pese a algunas proclamas publicitarias en sentido contrario lanzadas por las marcas. Seat, Nissan, Ford y Renault anticipan la crisis con importantes expedientes laborales. El Ministerio de Trabajo alerta sobre el "abuso de las regulaciones", mientras que la Generalitat de Cataluña considera que el mecanismo legal "socorre lícitamente los altibajos del mercado". Industria, por su parte, responsabiliza del excesivo clima de crisis "a la politización de la patronal del sector, Anfac, que preside el popular Carlos Espinosa de los Monteros".JOSEP MARIA CORTÉS En menos de una semana, el sector del automóvil ha pasado del moderado optimismo a la inquietud generalizada. Alain Batty, consejero delegado de Ford España, se refirió al esfuerzo inversor que su grupo hará en Brasil y expresó su incertidumbre "sobre el futuro inmediato de la fábrica de Almusafes [Valencia] si sigue cayendo el mercado interior". Todo un giro si se compara con las declaraciones del mismo directivo pocos días antes, cuando anunció la inversión de 100.000 millones, de pesetas para fabricar el Ka y construir una nueva fábrica de motores en España.

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El caso de Batty es representativo del doble lenguaje de las multinacionales del motor. Es muy similar al de Louis Schweitzer, presidente mundial de Renault, quien pese a su irreductible vocación española apuntaba el interés de su grupo por el Cono Sur de Latinoamérica como alternativa a la inviabilidad a medio plazo de la fabricación en España, "una actividad con excesiva dependencia de la exportación, azotada por el comercio paralelo de los distribuidores rent a car [centrales de compra para el alquiuIr de vehículos] y muy penalizada por los vaivenes monetarios". En la misma línea abundaba Manuel Guasch -presidente de la filial Renault Vehículos Industriales- al asegurar: "Si nuestro país a causa de la alta fiscalidad, de la poca flexibilidad laboral y del bajo consumo es más caro a la hora de adaptarse a las oscilaciones del mercado, no recibirá futuras inversiones".

Atonía

La patronal Anfac ha puesto la puntilla al efecto psicológico de la crisis con un devastador informe sobre el primer cuatrimestre en el que se define un comportamiento de las ventas por debajo de 1994 con porcentajes negativos del 13,4%, alejando cualquier esperanza de recuperación a corto plazo.

Por su parte, el Ministerio de Industria contesta el marco desolador que ofrece la patronal. De acuerdo con la versión del secretario de Estado, Juan Ignacio Moltó, la interpretación de Anfac es radicalmente falsa y "para demostrarlo basta ver cómo funcionan las factorías". Moltó acusa a la organización sectorial de "clara politización" y asegura que España es el segundo país de Europa en número de matriculaciones en lo que va de año, detrás de Francia.

La situación de alarma -con la sola excepción de Fiat y Volvo, que superan el trance gracias al aumento de sus ventas en otros mercados- se está produciendo también en otros países como Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, sumidos ya en una clara recesión del automóvil. Sin embargo, los patronos de las grandes cabeceras, al referirse a España, han obviado la generalización de la atonía general que se registra en todo el mercado europeo. "He mos apostado por España, pero el mercado no responde y sigue de pendiendo en un 75% de la exportación", socorrieron de forma coincidente el propio Schweitzer y Jacques Calvet, el veterano presidente de Peugeot.

La situación internacional se ha encrespado especialmente en las últimas horas al conocerse que los fabricantes de vehículos japoneses Honda Motor, Mitsubishi y Mazda Motor han decidido suspender sus exportaciones de lujo a Estados Unidos, debido al anuncio de sanciones económicas decretado por Washington. Por el contrario, los consorcios nipones dejarán de importar componentes norteamericanos, según anunció_ayer el ministro de Comercio e Industria nipón, Ryutaro Hashimoto.

Es el clima del segundo gran socavón inesperado. La situación actual presenta en este sentido una clara similitud con la del septiembre negro de 1993, cuando de forma vertiginosa el consorcio alemán Volkswagen oficializó las pérdidas astronómicas de Seat y aguó el fasto inaugural de la flamante factoría de Martorell. De nuevo como entonces, Seat está en la bisagra del cambio de tendencia. Lo prueba que la empresa anunció el pasado miércoles que efectuará un expediente de regulación que afecta a 8.000 trabajadores -es decir, toda la plantilla de Martorell-, mientras aún resonaban las palabras pronunciadas poco antes por su presidente, Juan Llorens, en el Salón del Automóvil augurando para 1995 unos fantásticos resultados "gracias al sostenimiento de la demanda y al éxito asegurado de los modelos Inca y Alhambra".

Seat puso en marcha un efecto dominó. De inmediato, Nissan anunció otro expediente, mientras que Renault y Ford reabrian sus amenazas de regular las plantillas. En conjunto, 15.000 puestos pueden verse afectados ahora por las regulaciones en ciernes. Los sindicatos, por su parte, responden rechazando las propuestas. Las centrales mayoritarias en Seat presentaron el pasado lunes su oposición frontal y ayer mismo UGT calificaba de "irresponsable" el anuncio de Ford.

El expediente de Seat ha caído además cuando la viabilidad de la marca española se había puesto otra vez en entredicho a causa de una polémica desatada en el consejo del consorcio alemán Volkswagen sobre la conveniencia o no de frenar las inversiones en los centros de Martorell y El Prat de Llobregat, de acuerdo con una versión difundida por el semanario Der Spigel.

En medios próximos al Consejo de Administración de Seat existe el convencimiento de que las vacilaciones en el consorcio alemán están relacionadas con un nuevo intento del número dos del grupo, el español Ignacio López Arriortúa, de desviar futuras inversiones al conocido proyecto de Amorebieta en Bilbao.

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