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Amnistía Internacional denuncia la sistemática brutalidad de la policía alemana con los emigrantes

La organización humanitaria Amnistía Internacional (Al) acusó ayer en Bonn a la policía alemana por 70 casos de sevicias ocurridos entre 1992 y 1995, que en algunos casos son similares a tortura", y en los que "casi todas las víctimas son extranjeros", sin que "los responsables sufran castigo y las víctimas sean indemnizadas". Según Al, la policía actúa así de forma sistemática.El relator de Al para los malos tratos de la policía alemana, Michael Butler, de 39 años, explicó en Bonn que no se puede hablar de casos aislados, sino que se trata de una pauta de conducta policial que se repite con frecuencia. Según Butler, "en un 90% de los casos que nos denuncian los afectados son extranjeros. Se impone por tanto dar la voz de alarma. Tras tres años de observación, se comprueba que aquí nos econtramos ante una forma determinada de atentado contra los derechos humanos. Esto debería quedar claro".

Las reacciones a las denuncias de Al no tardaron en producirse. En la misma mañana de ayer, el ministro federal del Interior, el democristiano Manfred Kanther, calificó de "exageradas" las acusaciones y aseguró que "en los casos excepcionales" en que se producen denuncias "se procede a investigar con todas las consecuencias". Añadió que la policía alemana actúa conforme a derecho y cumple con su misión de forma estimable.

Por el contrario las organizaciones gremiales de la policía alabaron el informe de AI. El presidente del sindicato de policía, Klaus Steffenhagen, atribuyó a la frustración de los funcionarios esos comportamientos y no excluyó la posibilidad de comportamientos racistas, aunque no debe extenderse la idea de que, los malos tratos sean algo habitual. El llamado Grupo de trabajo de policías críticos acogió con satisfacción el informe de Al y añadió que los casos denunciados constituyen sólo la punta del iceberg". Para Butler, la violencia de los policías se debe a que a través de ella "dan rienda suelta a sus frustraciones".

El informe de Al consta de 53 páginas y recoge con detalle varios casos de sevicias policiales, sobre todo en el ámbito de la policía de Berlín, donde gobierna una gran coalición entre democristianos y socialdemócratas. El relator Butler señaló en su intervención ante la prensa el papel destacado de la policía berlínesa, en cabeza de la brutalidad, porque de allí proceden más de la mitad de las sevicias denunciadas. También destacó Butler el hecho de que las autoridades de Berlín no hayan respondido a los requerimientos de Al para responder sobre los casos planteados.

Llamó la atención Butler a la escasa atención que presta la justicia alemana a los casos denunciados de brutalidad policial. Casi siempre los sumarios se cierran sin levantar acusación, ante las declaraciones de colegas de los inculpados, que no han visto, ni oído nada. Además, los fiscales prestan más credibilidad a las declaraciones de un policía que las de un pobre diablo extranjero, aunque le hayan partido la cara. Según Butler, los malos tratos se llevan a cabo en forma de patadas, palos y golpes que producen contusiones, dientes rotos, derrames y fracturas de huesos: "en por lo menos siete casos los malos tratos equivalen a torturas".

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