Las músicas del mundo invadieron Cáceres durante el fin de semana
La ciudad extremeña acogió por cuarto año consecutivo el Festival Womad
Miles de personas han podido disfrutar este fin de semana en Cáceres con una nueva edición del World of Music Arts and Dance (womad). Músicos de 13 países actuaron en los escenarios habilitados en las céntricas plaza Mayor y plaza de San Jorge. Según el director del Womad, Thomas Brooman, responsable con Peter Gabriel de organizar, hace más de diez años, el primero de estos encuentros de músicas étnicas, "ha sido el mejor de todos los que hemos celebrado en esta ciudad".
Tres días ha durado la pacífica invasión de las calles y plazas más céntricas de Cáceres por parte de decenas de músicos de varios continentes. Y nadie pareció echar en falta a aquellos caballeros que defendieron antaño la plaza de invasores. Por no haber, ni presencia policial; la convivencia fue tal que la hizo del todo innecesaria. Desde el viernes por la tarde hasta la Madrugada del lunes, españoles, escoceses, jamaicanos, norteamericanos, senegaleses o japoneses han aprendido a conocerse en esta gran fiesta de las músicas del mundo que pretende ser Womad. Lo que quería Peter Gabriel cuando se le ocurrió un lugar de encuentro que favoreciese el acercamiento a otras culturas. Desde entonces, Womad organiza festivales itinerantes. Más de medio centenar en 17 países en 13 años de vida, con Cáceres como sede permanente desde hace cuatro.Por las callejuelas empinadas y estrechas de la ciudad medieval, entre palacios e iglesias, pasearon miles de personas atraídas por una oferta musical múltiple y gratuita. Tampoco era necesario desembolso alguno para participar en los talleres de capoeira brasileña, danza yoruba, tejidos surafricanos o máscaras indonesias. El dinero quedaba para los discos de músicas étnicas y las ropas y abalorios de los tenderetes. Aunque faltaron puestos de comidas exóticas donde zamparse un falacel libanés o una empanadilla senegalesa; en este caso la gastronomía la pusieron tascas y mesones con los productos de la tierra.
Conciertos
Tras los conciertos con mayor gancho del viernes -Juan Perro- y sábado -Papa Weinba- se inició el domingo con los tambores de Totó la Momposina. Hubo rumbas cubanas y porros colombianos. "Esta mañana supe lo que esa palabra significa para ustedes", dijo la cantadora. "Pues sepan que esto también hace volar". Otro momento para recordar: los Tenores di Bitti, con sus polifonías mediterráneas. Estos cuatro sardos de mediana edad no siempre pueden atender las cada vez más frecuentes invitaciones para viajar, porque ¿quién cuidaría de sus ovejas? Dos de ellos se dejaron el pasaporte en casa, pero no tuvieron problemas. Son ciudadanos de Schengen. Otro cantar fue lo del zaireño Remmy Ongala, que tuvo que quedarse en Londres por problema de visado.
Al caer la noche del domingo sonó la valiha (arpa de bambú) de Justin Vali. Los ritmos seis por ocho y las armonías vocales del trío encandilaron a un público que abarrotaba el lugar. "He descubierto que a la gente de aquí le encanta acompañar la música dando palmas, como en Madagascar", comentó feliz. Mientras la figura de Suzanne Vega se dejaba ver con su voz y su guitarra en la plaza Mayor, en la de San Jorge se preparaban los Master Musicians, venidos con sus chilabas y turbantes, en número de 13, desde Jajouka, aldea de las montañas del Rif. Su símbolo es el león, al igual que el de Womad. Laúd, tambores y raitas (especie de oboe) tejieron su música de trance. Al dejar de tocar no acabó el mundo, como asegura la leyenda, ocurrirá el día en que lo hagan definitivamente. Es más, Cáceres se prepara ya para recibir dentro de un año a otra embajada multicolor. Fue Totó quien pronunció la arenga que todos hubieran firmado: "¡Qué viva la música del mundo entero!".
Babelia
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