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Récord de periodistas asesinados en el mundo durante el año 1994

El pesimismo corre en paralelo con el progreso de las tecnologías

El año pasado fue peor que el anterior. Atentados, desapariciones y arrestos caracterizaron el retroceso de la libertad de prensa durante un año en que al menos 100 periodistas fueron, asesinados -contra 63 en el año precedente- y otros 130 estaban encarcelados al final de diciembre, según informaron ayer la Unesco y la organización Periodistas Sin Fronteras. Otras fuentes, como el Comité para la Protección de los Periodistas -con sede en Nueva York-, rebajan a 72 la cifra de profesionales asesinados (56 un año antes), pero todos los resultados publicados ante el Día de la Libertad de Prensa, que se celebra hoy, enfatizan el pesimismo.

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Los corresponsales de guerra no son los que sufren el grueso de estas bajas. Sólo 14 informadores perdieron la vida como consecuencia de acciones bélicas en zonas en guerra, mientras que el resto resultaron víctimas de atentados contra sus personas, según el citado Comité para la Protección de los Periodistas. La impunidad es la tónica habitual en que se producen tales hechos. En ninguno de los países en que se registraron asesinatos de este tipo ha sido detenido sospechoso alguno. Un informe de la organización Periodistas Sin Fronteras resulta particularmente detallado en la aportación de datos sobre los ataques premeditados contra informadores. Cifra en 48 el número de periodistas asesinados en Ruanda; otros 18 lo fueron en Argelia y ocho en Bosnia. En cuanto a encarcelados, China encabeza la lista "con al menos 26", hay otros treinta presos en países de Oriente Medio y casi una veintena en Turquía.

Los extremistas reprochan a los periodistas la razón misma de su presencia sobre el terreno: :informar. A un nivel dramático en Argelia y en Ruanda, pero de manera creciente en Egipto o en Rusia, el asesinato de periodistas se ha convertido en una realidad cotidiana. Las dieciocho muertes de Argelia suceden a otras ocho el año anterior. Este clima de terror se agrega a una censura gubernamental cada vez más drástica, que ha llevado a más de 200 profesionales argelinos a optar por el exilio. "Una importante victoria para los enemigos de la información", comenta el informe de Periodistas Sin Fronteras, una organización con base en París, que publica sus conclusiones con ayuda financiera de la Comisión Europea.

Tampoco en Ruanda los asesinatos de periodistas han sido fruto del azar. Cuarenta y ocho de ellos -la mitad de los profesionales del país- murieron durante los primeros días de la guerra. Sus nombres figuraban en listas que circulaban mucho antes del 6 de abril de 1994, fecha del atentado contra el avión del presidente Juvenal Habyarimana, que fue la señal para iniciar las matanzas.

A su vez, extremistas hutus contaron con el apoyo de la Radio Televisión Libre de las Mil Colinas, que repitió día tras día que la guerra contra los tutsis y sus cómplices era "ineludible" y orientó el genocidio durante tres meses, siempre según Periodistas Sin Fronteras. Dicha emisora "fue indicando a sus oyentes los nombres y direcciones de los que había que matar".

Los medios de comunicación que incitan al odio no son únicamente africanos. En Bosnia y en Crimea, en Rumania y en Tajikistán, pasando por el Alto Karabali y Georgia, "se observan evoluciones similares". El uso de la propaganda por parte de grupos de presión para galvanizar a sus seguidores no es algo nuevo. Según el informe mencionado -cuya versión española tiene 409 páginas- "lo que sorprende hoy es ver hasta qué punto, en algunos países, la liberalización de las leyes relativas a la prensa, fruto de largas luchas de los militantes de los derechos humanos, facilitan la difusión de este tipo de propaganda en medios privados, a veces discretamente financiados por autoridades al más alto nivel. Gracias a estas leyes, las dictaduras pueden subcontratar impunemente lo que las presiones de la comunidad internacional les impiden hacer directamente".

Federico Mayor, el director general de la Unesco, subrayó ayer la contradicción entre la proclamación de 1995 como Año de la tolerancia, realizada por las Naciones Unidas, y los preocupantes datos sobre periodistas muertos o encarcelados. "Las nuevas tecnologías han ampliado de manera inconmensurable las posibilidades de comunicar información, pero decir la verdad puede ser aún una tarea ingrata", subraya Mayor en su declaración. El director general de la Unesco alude genéricamente a las "personalidades públicas" como los primeros que deberían dar "ejemplo de tolerancia".

Por su parte, Johan Fritz, director del Instituto Internacional de Prensa (IPI) -con base en Viena- atribuye el incremento de "infracciones a la libertad de prensa" al creciente intervencionismo de los políticos en los medios de comunicación.

En su informe sobre tales violaciones, el IPI no sólo se refiere a los Estados totalitarios o los países en situación de guerra civil, sino que alude a democracias como Alemania, Francia, el Reino Unido y los Estados Unidos, cuyas leyes en curso para la protección de la libertad de las personas han sido interpretadas como "de protección de los privilegiados" por muchos defensores de la libertad de prensa.

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