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Manual del elector doméstico

Juan Antonio Carbajo

"Roldán no se presenta a las elecciones de Madrid, me presento yo". El candidato a revalidar el empleo de presidente regional, Joaquín Leguina, teme que la tempestad en la que navega desde hace meses la política española anegue también la vida local y regional metida ya en precampaña. Por eso, quiere imponer fronteras al debate; que cuando se miente a los GAL se replique con las nuevas líneas de metro; que los fondos reservados queden relegados por el atasco y los papeles de Laos caigan en el olvido ya que mejor será saber si alguna vez habrá plazas suficientes para los abuelos en las residencias madrileñas.El manual del buen elector que, surge del deseo de

Leguina impone pues hablar del asfalto, de la contaminación o la vivienda sin prejuicios ni perturbaciones de otros ámbitos. Así lo ha entendido el historia dor Ian Gibson, que figura como independiente en la lista del PSOE del pueblecito de Granada donde vive. Para replicar a los que le achacaron su entrada en política en connivencia con el partido de los roldanes, Gibson contestó: Quién me impide colaborar si quiero conseguir fondos para levantar una biblioteca pública, estudiar la cuestión de una depuradora ... ?".

El buen elector que imagina el PSOE sería aquel que, el 28 de mayo, sólo decidiera pensando en clave local. Y más habiendo tenido la oportunidad de comparar gestiones domésticas. EI votante capitalino ha vivido el último cuatrienio bajo gobiernos de "distinto color en el Ayuntamiento y en la Comunidad.

Comparar es posible, aunque complicado. ¿Cómo repartir en justicia los aciertos y desaciertos entre los populares municipales y los socialistas comunitarios si en, la mayor parte de las decisiones políticas ambos intervienen, ya sean por acción o por omisión, colaborando o poniendo trabas?

Por ejemplo, ¿a quién premia el Votante al que la M-40 le ha cambiado la vida si el Plan de Accesos que ha servido para. construir la autovía ha sido confeccionado conjuntamente por el Ayuntamiento, la Comunidad y el Estado? Habrá quien intente contabilizar quién ha pagado cada curva o discuta por qué los propietarios de seis chalés de lujo son los únicos que han logrado paralizar tres kilómetros de una autovía que previamente se había tragado sin problemas decenas de terrenos de otros pequeños propietarios. Pero tal discusión no es más que una riña inútil; al elector le repelen esos detalles.

Veamos ahora los ejemplos de Gibson. Las bibliotecas, madrileñas no tienen un único dueño. Ayuntamiento y Comunidad mantienen y construyen salas de lectura a veces tan irracionalmente que son capaces de levantar una a 100 metros de dondela otra administración ha ubicado la suya. ¿Y las depuradoras? El Ayuntamiento de Madrid limpia el agua que usa. Líquido que previamente ha llegado a los domicilios depurado por el Canal (le Isabel II, empresa de la Comunidad. Muchos dueños para tampoco río.

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La misma distribución de papeles se: da con los autobuses. Los mantiene una empresa municipal (la EMT), pero es una empresa regional (el Consorcio. de Transportes) la que establece las líneas y las frecuencias. Si tarda el autobús, culpa de la Comunidad. Si el suelo está sucio o la ventana no se abre, culpa del Ayuntamiento. ¿Y si el conductor baja a un usuario sólo porque se niega a darle cambio de 1.000 pesetas? ¿A quién responsabiliza el cliente?

Los empleados dependen de la empresa municipal, pero la política tarifaria es cosa del consorcio regional.

Este reparto de competencias, a las que las administraciones se aferran con total inflexibilidad, es la causa de que a estas alturas no exista el metro-bus (un bono de 10 Viiajes que pueda ser usado indistintamente en el metro o el autobús). La Comunidad quiere, el Ayuntamiento duda y el usuario, mientras tanto, colecciona billetes. Hay más ejemplos. La Comunidad traza un puente para que un nuevo metro cruce el Manzanares y el Ayuntamiento se lo borra. Los concejales de Álvarez del Manzano dibujan nuevos barrios residenciales en Vallecas y los conseJeros de Leguina los dinamitan.

En la práctica, pues, la política madrileña es como un partido en el patio del colegio. Todos corren en rebatiña tras el balón en una táctica que elude la eficacia y facilita el juego sucio. Se suele saber quién mete el gol ya se encargará el político goleador, pero queda anónimo e impune el que ha pateado la espinilla. ¿Quién es culpable de que no se pueda ir al híper los domingos? La Comunidad hizo el decreto, pero el Ayuntamiento no ha tramitado ninguna excepcion, como puede hacer. ¿Quién es el responsable de que los contenedores de vidrio estén siempre a rebosar? En teoría, el Ayuntamiento recoge las botellas usadas en Madrid, pero la Agencia del Medio Ambiente regional, que se encarga de extender la política de reciclado por toda la comunidad, brilla en la capital por su ausencia.

A estas alturas, el manual del elector doméstico se ha convertido en una intrincada selva donde sólo con dificultad se adivinan las competencias de unos y de otros. "Yo votaré al PSOE porque la Comunidad me paga el salario mínimo", podría decir un elector de esos que la prensa conservadora llama cautivos. "Sí, pero es el Ayuntamiento del PP el que ha atendido su caso y le ha tramitado el cobro", cabría contestar.

Y no hay fácil solución. Incluso en los campos exclusivos hasta ahora de una sola institución se tiende a la cohabitación. En Madrid sólo había una. plaza de toros dependiente de la Comunidad y en breve habrá dos. El Ayuntamiento ha empezado a restaurar el viejo coso de Vista Alegre. Al menos eso servirá para que los votantes taurinos tengan la opción de elegir a sus candidatos en función de los mejores carteles de las distintas ferias.

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