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Disculpas

Enrique Gil Calvo

Igual que hay quien muere de éxito, también los hay que triunfan por fracasar. Es lo que ha sucedido con el frustrado atentado contra el líder de la oposición, que a pesar de no poder matarlo sí ha logrado en cambio obtener una señalada victoria moral para ETA militar. Pues ¿acaso no es ETA la única vencedora de este patético debate que enfrenta a nuestros políticos, acusándose unos a otros de ser los responsables intelectuales del atentado? Y es que se está cayendo en una falacia de la que fui víctima yo mismo, al sostener que los inductores de los crímenes de ETA son los electores de HB, que votan a matar. Y no es así: es ETA quien mata, no sus votantes. Por eso se equivocan quienes piensan que, actuando contra los presuntos responsables intelectuales, se lograría detener a los verdaderos autores materiales. Es inútil ilegalizar a Herri Batasuna o enjuiciar a los firmantes de los manifiestos de KAS. 0 peor aún, es contraproducente, ya que probablemente alentaría mayores simpatías hacia la causa de ETA.Pues bien, igual sucede con la actual campaña de culpabilización que está sufriendo el PNV. Se teme que sus intentos de diálogo con los afines a ETA, y su tímida defensa del derecho de autodeterminación, estarían dando alas a una ETA que parecía agonizar. De ahí que se deduzca que el PNV sería indirectamente corresponsable de los atentados. Y no es verdad, como tampoco es cierto que el enjuiciamiento de los presuntos responsables del GAL sea razón para los crímenes de ETA. Buscar la causa explicativa de los actos de ETA fuera de ella (en Garzón, el PNV, Herri Batasuna o los votantes de ETA) implica disculpar a ETA, como si ésa fuera una ciega ejecutora instrumental, sólo activada por los errores de los demás. Y éste es el síndrome de Estocolmo que nos induce la seducción terrorista: el de hacernos creer que somos más responsables de sus crímenes que el propio criminal. Pero no es verdad: excepto los verdugos todos somos sus víctimas, sin que se nos pueda culpar por su exclusiva autoría

Por lo demás, ¿acaso se puede creer que dialogando o pidiendo la autodeterminación se le hace el juego a ETA (como afirma el Partido Popular) o se desactiva a ETA (como sostiene el PNV)? En absoluto. Lo cierto es que, con independencia de la indudable legitimidad de semejantes medidas, es ilusorio pensar que con ellas se podría afectar, en una u otra medida, a los designios de ETA, entidad completamente inmune a cualquier terapia política: con oferta de autodeterminación o sin ella, ETA continuará intentando condicionar la escena política con sus demostraciones de fuerza. Pues ETA es como el sida: no existe vacuna o antibiótico que pueda afectarla.

Por eso, gracias a su inmunidad a todo tratamiento político, ETA continúa siendo la variable independiente de la que depende la política española. Puesto que su objetivo exclusivo es la autoperpetuación oportunista, cualquier concesión que se le haga, como cualquier ataque que se le dirija, inmediatamente los fagocita, digiere y reutiliza al servicio de su insaciable voluntad de poder: más a su favor pues, cuanto peor, mejor. De ahí la aparente inmortalidad de ETA: cuando parecía decapitada tras la caída de Bidart, en un par de años se reorganiza y pone contra las cuerdas la segunda' transición española, tratando de sacar partido interviniendo en ella. Pero sin embargo, bien a su pesar, ETA exhibe una evidente vulnerabilidad a la democracia, pues sólo los votos la pueden afectar: necesita votantes con los que alimentar su insaciable voluntad de poder. Y por eso, la pérdida de votos es lo único que a largo plazo la puede destruir o anular. De ahí la posible virtualidad de la apuesta peneuvista: el objetivo al que se dirigen sus propuestas de diálogo y autodeterminación no es ETA sino los votantes de HB. Pues no se trata de apaciguar a ETA (algo imposible de lograr con negociación alguna) sino de convencer a sus votantes para que dejen de votar a matar.

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