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La sabrosa herencia de Churchill

El Gobierno británico paga por el legado del estadista 2.600 millones a sus herederos

, Winston Churchill, de 54 años, parlamentario conservador y nieto de Winston Churchill, acaso el primer ministro más famoso de. la historia del Reino Unido, no volverá a tener problemas económicos. Cierto que su abuelo no dejó a su muerte en 1965, una especial fortuna a la familia. Sin embargo, el controvertido personaje que dirigió los destinos del país durante la II Guerra Mundial, el héroe de la resistencia antinazi, conservó celosamente todos sus papeles: una abrumadora colección de documentos, desde cartas infantiles hasta algunos de sus más famosos discursos parlamentarios, por la que el Gobierno británico acaba de pagar la bonita suma de 13 millones de libras (algo más de 2.600 millones de pesetas) a sus herederos. O, mejor dicho, a Winston Churchill, júnior, y a sus herederos masculinos. Y es que, según la voluntad expresada por su abuelo en 1946, sólo sus descendientes varones podrían beneficiarse en el futuro del dinero depositado en la fundación por él creada.La compra de los archivos de Churchill, financiada en parte con las ganancias de la Lotería Nacional que funciona en el Reino Unido desde noviembre pasado, ha provocado una agria polémica. Primero, por el origen del dinero usado para la compra, y segundo, porque más de un político y algún historiador consideran que los papeles son patrimonio del Estado. Sin embargo, la familia -Churchill dejó dos nietos varones, Winston y Nicholas Soames, viceministro de Defensa- tiene otro punto de vista. Mientras Nicholas Soames se desmarcaba ayer de la escandalosa operación de venta, el periódico The Independent revelaba el largo peregrinaje de Winston Churchill por las asas de subasta del país para intentar colocar al mejor precio a herencia de su abuelo. La intervención del Gobierno se produjo en el último momento ara evitar que la colección acabara en el extranjero. El propio primer ministro, John Major, defiende la compra de un material que, según lord Rothschild, presidente de la Fundación de Patrimonio Nacional, viene a ser como la Declaración de Independencia para los norteamericanos o las cartas de De Gaulle pata los franceses.

Pero el Partido Laborista y algunos historiadores de prestigio, como Norman Stone, son muy críticos. "La compra de bienes nacionales con dinero de tina rifa pública es algo vulgar", dice Stone. Mientras, los laboristas han solicitado sin éxito tina investigación oficial sobre los entresijos de la operación. Acaso el aspecto más irritante de la polémica resida en la personalidad del propio Winston Churchill, júnior, un tipo que en su día criticó -con desprecio, por cierto- la creación de la Lotería Nacional, y que se ha mostrado incapaz de seguir el ejemplo de su abuela lady Churchill, que donó al Churchill College los documentos de su esposo fechados después de 1945. El diputado tory, recientemente separado de su esposa, es conocido -pese a sus canas y sobrepeso- como un playboy de Westminster.

El ministro de Cultura, Stephen Dorrell, ha explicado que la adquisición de los documentos es el mejor homenaje que puede hacerse a quien hizo posible la victoria del 7 de mayo sobre los nazis. Algunos materialistas, sin embargo, sólo son capaces de ver el dinero volando directamente a los bolsillos de los herederos del gran hombre.

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