Conde ordenó pagar 300 millones a Suárez "por servicios ante el Banco de Espana", según Rivas
Mario Conde, ex presidente de Banesto, dio orden a Martín Rivas, ex consejero de la entidad y uno de los 12 querellados, de que se pagaran 300 millones de pesetas al ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez, entre febrero y abril de 1989, en concepto de "servicios prestados a Banesto ante el Banco de España". Así lo aseguró Rivas, un hombre con casi cincuenta años de servicio en el banco, en carta dirigida al actual presidente del banco, Alfredo Sáenz, fechada el 28 de octubre de 1994, según documentos aportados al sumario. El administrador de Suárez, José Luis Graullera, según una carta que consta en el sumario, negó la veracidad de los hechos. Los 300 millones nunca fueron reintegrados al banco.
, Rivas fue director general del área comercial de Banesto durante los primeros años de la era Conde y más tarde consejero. Como los demás administradores, Rivas fue incluído en la querella de la Fiscalía de la Audiencia Nacional, en relación con la, "extracción de 300 millones de pesetas de las cajas del banco". El término "extracción" es todo un eufemismo. Dinero evaporado.¿En qué consistía el presunto atraco/apropiación? En los primeros días de enero de 1994, Rivas pidió una entrevista al entonces presidente provisional, Alfredo Sáenz, quien se la concedió para el 14 de enero. Un día antes, el 13, Rivas telefoneó a su ex presidente. "Mario, voy a ver a Alfredo Saenz mañana y tengo que contarle aquella historia que nunca se resolvió", le dijo. "Está bien, Martín. La verdad siempre por delante", dijo Conde. El 14, pues, ante Sáenz y José Antonio Sáenz de Azcúnaga, Rivas narró "la historia que nunca se resolvió".
A primeros de 1989, Mario Conde llamó a Rivas a su despacho y le ordenó preparar 300 millones en metálico. Los primeros 150 millones debían entregarse de manera inmediata, el 2 de febrero de 1989. El dinero, dijo, sería entregado por su secretario particular, Apolonio Paramio Andrés, Pol, "a Adolfo Suárez, por servicios prestados al banco". Acto, seguido, Conde, siempre según Rivas, llamó a Pol. "Este es Martín Rivas", le presentó Conde.
Rivas se puso de acuerdo con Pol para la primera entrega, que tuvo lugar en el propio despacho del entonces director general. Los otros 150 millones los entregó Rivas a Pol el 6 de abril en el garaje de Banesto ante un testigo. Los 300 millones, aseguró Conde a Rivas, serían reintegrados más adelante y, en todo caso, él mismo respondería con su patrimonio personal. Rivas aseguró a Sáenz aquel 14 de enero que, tras insistir varias veces en aquellos años, Conde no reponía el dinero, que había salido de la oficina de Banesto en Pamplona, según constaba en la contabilidad. Un día, ante un sobrante de 4,7 millones en la sucursal de Barcelona, Conde ordenó a Rivas "cubrir" con ellos una parte de los 300 millones. En octubre de 1994, la auditoría interna de Banesto se dirigió a Rivas para pedirle explicación por los 300 millones. Rivas llamó a Sáenz para informarle y éste le citó otra vez. Fue entonces cuando Sáenz le pidió que pusiera por escrito los hechos. El 28 de octubre, un día después de esa entrevista, Rivas escribía una carta de folio y medio. Los hechos estaban ahora negro sobre un blanco amarillento, color de la carta enviada. Conde, decía, le había explicado que los 300 millones serían entregados a Adolfo Suárez , literalmente, "por servicios prestados a Banesto ante el Banco de España". En la carta recordaba Rivas que el dinero sería reintegrado por "compensación" con beneficios de ventas de empresas o por el mismo Conde.
Sáenz decidió, pues, enviar un mensaje a Adolfo Suárez. El consejero director general David Arce habló con el administrador personal de Suárez, José Luis Graullera, y le entregó una copia de la carta de Rivas. Era evidente lo que ocurría. El 15 de noviembre, el juez Manuel García-Castellón admitía la querella contra Conde a trámite. Uno de los puntos eran los 300 mifiones. Graullera, pues, contestó el 18 de noviembre de 1994 día a Arce. Suárez no había recibido el dinero ni había realizado ningún servicio ante el Banco de España. Y el Centro Democrático y Social (CDS), según Graullera, tampoco recibió el dinero.
Rivas, el primero en declarar ante el juez García-Castellón, explicó esta historia. Hubo un primer careo entre ambos cuando Conde comenzó su declaración. Pero, inesperadamente, hubo un segundo careo. El 22 de diciembre de 1994, un día antes de ser enviado a prisión, Rivas y Conde tuvieron un diálogo de gran tensión. El primero mantuvo con vehemencia su versión y el segundo volvi6a negar los hechos. Pol, el "transportista", citado a declarar, señaló que entregó una bolsa muy grande, en una cafetería de la calle Goya, frente al Palacio de los Deportes. Pero Pol olvidó a quién le entregó la bolsa; tampoco sabe si tenía dinero. Sobre la segunda bolsa, no recuerda.
El juez García-Castellón pudo citar a Suárez cuando regía el secreto, ya que tenía la carta de Graullera. La defensa de Conde pedirá su comparecencia.
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