Uno de los supuestos asesinos del joyero trabajó como empleado de la víctima
José Roberto Morales, argentino de 51, años, uno de los supuestos asesinos del joyero Andrés Crespo Arias, de 45 años, mantuvo varios contactos telefónicos con su víctima un día antes de secuestrarle. Las llamadas las efectuó Morales al teléfono inalámbrico de Crespo Arias. Ambos, según la familia del muerto, habían compartido despacho hace cuatro años, cuando el supuesto asesino trabajaba como empleado en la empresa de Andrés Crespo, dedicada a la venta de baterías de cocina. Estos datos arrojan una nueva luz sobre el nexo de Crespo con sus secuestradores, quienes, para matarle, según fuentes próximas a la investigación, le sedaron, degollaron en la bañera y seccionaron en 30 pedazos.
José Roberto Morales y su compañera, Alcira Susana Calvito de las Bárcenas, argentina de 42 años, también detenida por el truculento asesinato, pasaron a disposición judicial el pasado sábado. Durante los interrogatorios policiales previos, Susana Calvito se negó a prestar declaración. Morales, en cambio, sí que habló, pero ofreció una versión que la policía considera inverosímil. El hombre sostuvo que el pasado miércoles, dos hombres entraron en su vivienda de la calle del Jazmín, en El Soto de la Moraleja (Alcobendas). Traían a Andrés Crespo. Forzaron a Morales a efectuar las llamadas en las que solicitaba un rescate a la familia de un millón de dólares (122 millones de pesetas). Posteriormente, siempre según la versión del acusado, le obligaron a trocear el cadáver.La policía todavía no ha descubierto en el chalé ningún rastro del descuartizamiento. Los agentes han levantado el suelo de la casa y han revisado las cañerías en busca de restos de la sangre de Andrés Crespo Arias, presidente honorífico de Asircom (Asociación Sindical de Representantes de Comercios de Madrid) y ex director comercial de la empresa de joyería Vadacris, SL.
Aunque la autopsia aún no ha finalizado, fuentes cercanas a la investigación consideran que Crespo fue sedado antes de ser degollado. Asimismo, la policía, que se mostró cauta al respecto, descarta que Morales emplease su revólver para acabar con la vida del joyero, ya que en el momento de la detención -en la que mujer se resistió- el arma aún guardaba sus siete balas en el tambor.
Durante los interrogatorios en la Brigada Provincial de la Policía Judicial, los acusados mantuvieron una gran frialdad.
Morales insistió en que trabajó como policía en Argentina. Este dato, que no ha sido confirmado por la Interpol, es considerado como cierto por los investigadores españoles. Su convencimiento nace de los múltiples detalles -como el número de placa- facilitados por el acusado.
Lo que la policía aún no ha desentrañado completamente es la relación que unía a los secuestradores con Crespo. A esta altura de la investigación, sin embargo, se da por sentado que mantenían contacto, como Prueban las llamadas al teléfono inalámbrico de Crespo. Este dato debilita la posibilidad de que el joyero fuese capturado a la fuerza y apunta más bien a que fue atraído por medio del engaño y la confianza.
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