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La policía se enfrenta con los cocaleros bolivianos en el Chapare

Juan Jesús Aznárez

, Cocaleros de la Amazonia boliviana y mineros en el Potosí chocaron con batallones de la policía rural en los caminos del Chapare y amenazan con convertirlos cultivos en mataderos si el Gobierno aprovecha el Estado de sitio para erradicar por la fuerza los sembrados con hoja de coca y cumplir así con los plazos impuestos por Estados Unidos. Los más violentos en este verde y exuberante campo de batalla, re moto y antiguo, a 700 kilómetros de La Paz, lanzaban cartuchos de dinamita con honda y había mujeres y ancianos que dispara ban flechas y lanzas contra las tropas, empleadas a fondo con gases lacrimógenos y balines.

Cerca de cien campesinos fueron detenidos, otros resultaron heridos y los cuerpos de seguridad sufrieron varias bajas en los fuertes enfrentamientos desencadenados este fin de semana cuan do técnicos del Instituto Geográfico Militar quisieron registrar para el catastro los perímetros de cinco chacos. Cientos de cocaleros bloquearon las sendas de acceso a los campos, alertaron a otros y entraron en colisión con los pelones que escoltaban a los ingenieros castrenses.

"Vinieron en cinco camionetas y tres caimanes (camiones) y nos dispararon con gases. Nos hemos defendido con piedras y palos" aseguraba un campesino, "¿Qué nos queda si abandonamos la coca. Los cultivos alternativos no sirven". El teniente coronel Luis Caballero, en uniforme de campaña, también argumentaba defensa propia. El jefe policial dijo que "la multitud se hallaba enardecida y en estado de ebriedad".

El plan de EE UU

El Estado de sitio impuesto por el Gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada pacificó la capital boliviana, pero, en el trópico, los campesinos se agrupan en comités clandestinos y amenazan desde el monte con resistir hasta la muerte. En Cochabamba, a 200 kilómetros del Chapare, uno de sus portavoces afirmaba a este enviado que "el Gobierno, como no puede cumplir con EE UU y necesita manos libres para otras tareas, decretó el Estado de sitio. Quieren erradicar los cultivos militarmente. El Ejército ya está en la zona".

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Lo niega el ministro de Gobierno, Carlos Sánchez de Berzaín, quien destaca la voluntariedad del programa de erradicación. "Los campesinos saben muy bien que la hoja de coca se convierte después en cocaína".

A las tres semanas de haber sido puesto en marcha el plan de eliminar los cultivos, más de 300 hectáreas de plantaciones han sido cortadas y el Ejecutivo, sometido a fuertes presiones norteamericanas, confía en cumplir con la meta de 600 hectáreas al mes.

No hay ningún entusiasmo por el plan entre los cocaleros y sus silencios y comentarios junto a los sembrados de la discordia son suficientemente elocuentes: a la fuerza ahorcan y ni el café, ni el palmiteo o las bananas pueden competir con los ingresos con el cultivo del arbusto sentenciado.

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