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Reportaje:

Berganza ingresa en la Academia con un discurso sobre su "universo musical"

Es la primera mujer que entra en Bellas Artes en los 250 años de la institución

La mezzosoprano Teresa Berganza ingresó ayer en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. El acto estaba previsto para el 5 de marzo, pero se suspendió por la muerte de un familiar cercano. La pri mera mujer que entra como miembro de número en los 250 años de la prestigiosa institución ocupará el lugar que dejó vacante el gran artista Nicanor Zabaleta. Alterando todos los protocolos existentes, Teresa Berganza dio un recital de cancio nes españolas con acompañamiento al piano de Juan Antonio Álvarez Parejo, antes de leer su discurso de entrada sobre Mi univierso musical, que fue contestado por el compositor y director Tomás Marco en tomo al elogio del intérprete.

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El pelo del huevo

, La sección de música es la más joven de la Academia de Bellas Artes de San Fernando. La plaza de número de Teresa Berganza estuvo ocupada, con anterioridad a Nicanor Zabaleta, por Leopoldo Querol, José Cubiles, Enrique Fernández Arbós, Tomás Fernández Grajal y Jesús de Monasterio.Unalselección de las seis canciones castellanas de Jesús Guridi, dos textos de Rafael Alberti puestos en música por Ernesto Halffer, cuatro madrigales de Joaquín Rodrigo y tres piezas de diferente procedencia de Joaquín Turina fueron las obras elegidas por la cantante en su programa de presentación.

"La música permite penetrar hasta lo más profundo el misterio del mundo, apoderarse de él, gozarlo y buscar consuelo a nuestras flaquezas y errores", dijo la cantante en los primeros lances de su discurso, tras rendir homenaje a su antecesor Nicanor Zabaleta, de quien manifestó que "se abrazaba a su arpa con la delicadeza con que un enamorado lo hace con su primer amor".

Se siente orgullosa la cantante cuando afirma que nació en el número 13 de la calle de San Isidro, en Madrid. Quiere que su primera intervención en la Academia sea de tono sencillo, sin sentar cátedra. "Toda mi vocación, toda mi trayectoria artística, ha consistido en servir ética y estéticamente a la música a través del canto. En esta constante vital irrenunciable vengo a coincidir con Gia como Lauri Volpi, cuando en su obra Misterios de la voz humana afirma que el cantante está en pugna permanente con la materia vibrante de su voz, de la que está obligado a extraer la quintaesencia de la idea musical'. Éste ha sido y es y será el lema artístico de mi vida".

Servir al arte sublime

Piensa Berganza que 40 años de carrera a sus espaldas son muchos años, y que algo de esa experiencia podrá compartir y divulgar desde la Academia. "El cantante está llamado para servir a un arte sublime. Insisto enérgicamente en esta función de servicio", dice con convicción la mezzosoprano.

En el recorrido panorámico por su propio universo musical, Teresa Berganza recordó con emoción el magisterio de Lola Rodríguez de Aragón y la ejemplar trayectoria de Victoria de los Ángeles, académica de honor de esta misma institución. Berganza habló de Haendel y de Mozart, de Monteverdi y Purcell, de Rossini y Ravel, de Massenet y Bizet. "La ópera es la representación mítica o épica, trágica o bufa, de las grandes y pequeñas historias del mundo, de los dioses y de los hombres", apuntó. Aludió también a la simbiosis poesía música y sonido-palabra del mundo del lied, reflexionando sobre la soledad del cantante, "soledad compartida de una forma solidaria y comprometida con el pianista".

En un momento de su intervención, mostró su identificación con un pensamiento de Ortega y Gasset, según el cual "el intérprete tiene que desaparecer, como quien es, tras el personaje interpretado, sin olvidar, a la vez, que él es el que lo sostiene, el que Io vitaliza".

Sus últimas observaciones estuvieron dedicadas a la educación musical como factor de un "público riguroso y culto que consolidaría con su ejemplo "los valores de la convivencia y la tolerancia".

Contestó a la nueva académica el compositor y director Tomás Marco, quien, tras unas consideraciones terminológicas sobre la diferencia entre el intérprete y el divo, hizo un elogio del primero y una refutación del segundo, para continuar: "Vosotros, los intérpretes, poseéis el don de la lengua de fuego que acerca el arcano lenguaje de la partitura al público en el lenguaje de la emoción que él entiende".

Marco manifestó que el arte es el único balladar contra la muerte y se refirió a que "el creador y el intérprete ahondan en sí mismos para acabar en contrándose con la verdad", para concluir saludando a la nueva académica como intérprete verdadera, música verdadera y artista verdadera.

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