_
_
_
_

A sólo un kilómetro de la Guardia Civil

Un gran derroche de chulería o una profunda candidez marcaron los movimientos de los asesinos de Andrés Crespo Arias, el joyero de 35 años secuestrado y descuartizado la pasada Semana Santa: el cadáver fue hallado anteanoche a menos de un kilómetro de distancia de una Unidad de Especial Intervención de la Guardia Civil.La Academia de Adiestramiento Especial que el instituto armado posee en Guadarrama (7.400 habitantes) señala el desvío de la carretera de Cercecilla (M-622), que conduce -está a un tiro de piedra- a la finca Pradillo. En ella se encontró el cuerpo semienterrado.

De la despreocupación, de los secuestradores hay una segunda muestra: utilizaron un taxi, la noche del Jueves al Viernes Santo, para transportar hasta la misma finca su macabra carga (repartida en tres voluminosas bolsas).

Más información
La familia del secuestrado no tenía medios para reunir el dinero del rescate

Enterraron al joyero, entre fresnos y zarzas, a menos de 10 metros de la carretera. La ocultación del cuerpo tampoco constituye una demostración de profesionalidad delictiva. El agujero, de 60 centímetros de profundidad, se cavó al abrigo de un rústico muro de piedra de medio metro. Unas piedras coronaron el trabajo nocturno.

El propietario de una finca colindante, Miguel de la Morena, se enteró de que fue vecino de un cadáver durante toda una semana cuando vio a los agentes de la Brigada de la Policía Judicial junto al arroyo Pradillo. Fue a las nueve de. la noche del jueves 20.

"A su lado había una mujer muy nerviosa", destacó ayer De la Morena, junto a la fosa. Tal vez se trataba de Alcira Susana Calvito, presunta coautora del crimen, que acompañó a la policía cuando intentaba descubrir el enterramiento.

"Lo descuartizarían bien, como buenos charcuteros..., pero eran malos enterradores", comentó otro vecino, "no tendrían buenas herramientas. El agujero es una chapuza".

Sólo un detalle indicaba ayer que aquel agujero había acogido un cadáver: hasta diez guantes quirúrgicos, tirados por parejas sobre los fresnos, las zarzas y la yerba, dan cuenta del arduo trabajo efectuado por los agentes que desenterraron el cuerpo. Y de su descuido en la limpieza del lugar.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_