El difícil camino de la estación espacial
La estación espacial internacional no acaba de superar los impedimentos tras una década en proyecto, como explica el ingeniero y académico Andrés Ripoll, que durante 25 años ha desempeñado cargos de alta responsabilidad en la NASA y en la ESA.
El de 1995 es un año de conmemoraciones para uno de los héroes del espacio: el cosmonauta ruso Alexei Leonov. El 18 de marzo se han cumplido 30 años de su gran proeza espacial: salir de una nave, por primera vez, con un traje espacial, lo qué hoy se llama actividad extravehicular (EVA). El 17 de julio se cumplirán 20 años del primer encuentro entre astronautas estadounidenses y cosmonautas rusos, la misión Apolo-Soyuz, en que Leonov estrechó la mano de Stafford y Slayton.Su primera salida al espacio no estuvo exenta de dificultades, ya que estaba programada para 12 minutos, pero el traje espacial se hinchó más de lo previsto y tuvo problemas para reentrar en la nave. Su sangre fría, probado ingenio y capacidad de decisión rápida le permitieron salir airoso de algo imprevisto; la salida tuvo una duración total de ¡20 minutos! Hoy es un abuelo encantador que explica, a quien quiera escucharle, cómo el Apolo-Soyuz probó que la única fórmula viable para cualquier actividad humana, y en especial para el espacio, es la colaboración entre países. Las dos -primicias de Leonov son esenciales para la estación espacial internacional.
El programa de la estación nació formalmente en 1984 con un discurso del presidente Reagan en el que evocó el discurso del presidente Kennedy del 25 de mayo de 196 1, responsable de los éxitos del programa tripulado de EE UU y de que un ser humano, Neil Armstrong, pisara por primera vez la Luna el 19 de julio de 1969, ¡sólo ocho años después de la propuesta!
Millones de dólares
Desde el discurso de Reagan han pasado 11 años; los estadounidenses se han gastado más de 10.000 millones de dólares (más de un billón de pesetas); los europeos, más de 1.000 millones de ecus (más de 150.000 millones de pesetas); a esto hay que añadir otras cantidades astronómicas de los japoneses y los canadienses y aún no se ha construido casi nada de la estación, produciendo desmoralización, y en algunos casos rechazo, de las comunidades científica, industrial, política y de futuros usuarios. ¿Por qué?
Primero, al discurso de Reagan le faltó algo esencial que sí estaba en el de Kennedy: "Hablemos claramente... pido al Congreso y al país que acepte la responsabilidad" en firme de un nuevo camino a seguir, camino que durará muchos años y llevará aparejado grandes costes...". La estación espacial es un ejemplo típico de un programa que ha sido difícilmente asumido por las administraciones posteriores a Reagan; que lleva aparejado múchos años y grandes costes que no se aceptan, creando más retrasos y más costes, y que se han ido reduciendo los objetivos en cada nueva configuración.
En segundo lugar, este programa ha tenido una dificultad mayor que otros por su carácter internacional. Reagan ofreció participar en él a Japón, a Canadá y a Europa -á través de la Agencia Europea del Espacio (ESA)- En 1984 se negociaron los acuerdos y se comenzó a trabajar. En Europa se materializó la colaboración aprobando, en 1987, el programa Columbus, uno de cuyos laboratorios presurizados estaría permanentemente ensamblado a la estación.
Nadie podía prever en aquel entonces las complicaciones posteriores que las relaciones internacionales llevarían consigo aparejadas. El presidente Clinton, cuyo vicepresidente, Al Gore, en sus campañas electorales había sido más partidario de aumentar la participación en programas espaciales de observación de la Tierra que en los tripulados, exigió a la NASA, que estudiara nuevas fórmulas y reconfiguraciones para que la estación pudiera realizarse con un presupuesto muy reducido. Para mejorar sus relaciones con Rusia y evitar el desmoronamiento de su programa espacial, ofreció al presidente Yeltsin la colaboración en la estación.
En Europa, los países participantes exigieron a la ESA más colaboración internacional, en concreto con Rusia, para reducir costes. Todo era bastante confuso y se levantaron muchas voces que no estaban de acuerdo.
Todos esperaban llevarse la mejor tajada, se hablaba de equipos a precios de saldo de los rusos; éstos, a su vez, creían que debían ser el eje de la nueva configuración de la estación porque ya tenían mucha experiencia en este tipo de programas; EE UU no podía aceptar no ser quien llevara la batuta; en definitiva, era preciso hacer encaje de bolillos para lograr una configuración técnicamente factible y aceptable por todos los participantes. La última configuración de la estación es la llamada Alfa, pero está lejos de ser aceptada por todos.
El programa Columbus está en entredicho. La ESA, en su última reunión del consejo ha confirmado su participación en la estación sin precisar la fórmula de su contribución. En Francia se escuchan voces del Gobierno que opinan que lo mejor sería abandonar totalmente el Columbus, a lo que los alemanes replican que llevan mucho gastado en este programa y que sería más lógico abandonar la cápsula de transporte de austronautas, CTV, que los franceses apoyan, pero cuyo diseño no está claro. En lo que ambos países parecen de acuerdo es en que los gastos de operación de la estación, para un mínimo de 15 años, sean lo más bajos posible y que la NASA fije al menos un techo.
Participación española
España tuvo una arrancada espectacular en el Columbus, participando con un 8% en el estudio de factibilidad, apuntándose a un 6% en el programa preparatorio, luchando por conseguir un puesto de astronauta en el Cuerpo Europeo de Astronautas y algún contrato tecnológico relevante, para terminar marchándose casi totalmente de los programas tripulados.
En Canadá, los presupuestos del espacio y de la estación se han reducido. En Rusia, el director de la Agencia Espacial, en un dramático discurso, anunció el posible colapso de todo el programa. "Es absurdo, pero el presupuesto espacial ruso es menor no sólo que el de EE UU, Japón, China o Alemania, sino incluso que el de Brasil", dijo. Al parecer, el único país que silenciosamente, pero sin pausa, está desarrollando y construyendo su laboratorio. JEM, para Ser ensamblado a la estación, es Japón.
Por último, algunos problemas técnicos encontrados son varios órdenes de magnitud mayores que la capacidad actual para resolverlos. Como ejemplo se puede citar las EVA. En 30 años, entre estadounidenses y rusos se han acumulado menos de 700 horas de EVA. Las primeras configuraciones de la estación requerían para su montaje varios miles de horas en pocos años; la Alfa necesitará unas 648 horas en tres anos y medio, más unas 171 horas anuales durante 15 años para su mantenimiento.
Tres argumentos a favor del programa
Hay tres argumentos principales a favor de hacer realidad la estación espacial internacional:1. El desarrollo y construcción de la estación es fundamental para la industria espacial mundial. Los más pesimistas creen que representará una inversión total mínima del orden de 50.000 millones de dólares (unos 6,5 billones de pesetas), que permitirá a las empresas del sector desarrollar nuevas tecnologías y prepararse para competir favorablemente en actividades espaciales más comerciales.
2. Debido ala posibilidad de acceso recurrente al espacio (varias toneladas al año), podrán empezar a comercializarse algunos productos fabricados en el espacio, además de permitir una continuidad en los experimentos en microgravedad que, sin duda, lograrán un progreso científico y tecnológico difícil de predecir. Además, la experiencia demuestra que si la estación se cancela, los recursos previstos para este desarrollo no se destinarán a otros programas científicos, posiblemente terminarán en programas de otro tipo, meritorios quizá, pero que en general no hacen progresar a un país.
2. Es fundamental probar que los seres humanos podemos realizar grandes programas como éste, en colaboración. Hay que olvidar las antiguas rivalidades y sacar el mejor provecho de las capacidades de cada uno. Es una experiencia en la que debemos tener éxito, pues no hay otra en el horizonte espacial.
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