_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Realismo monetario

EL CONSENSO oficioso por el cual los ministros de Economía y Finanzas, reunidos el pasado fin de semana en Versalles, han descartado prácticamente el acceso a la moneda única europea en la primera de las fechas previstas, 1997, es una muestra de realismo. Levantar expectativas para un calendario de casi imposible incumplimiento sólo genera frustraciones. La convergencia económica se ha impuesto como política económica sin alternativa razonable, pero la diversa suerte con que se combaten la inflación y los desequilibrios de las finanzas públicas de los Quince hacen inverosímil la primera de las citas de Maastricht.Esto no debe relajar ni las agendas ni las actitudes de perseverancia en el objetivo común. Llevan razón quienes precisamente ahora, en época de turbulencias monetarias, subrayan la necesidad de la moneda única como solución definitiva a las excesivas oscilaciones -en buena parte artificiales- de los mercados de cambio.

El problema no estriba, pues, en la bondad del objetivo, sino en el camino para alcanzarlo. Aparte de los escollos objetivos -la insuficiente convergencia-, sucede que el país que debiera ejercer como locomotora del proceso, Alemania, ha rebajado notablemente su entusiasmo. La opinión pública alemana teme por el futuro del marco, al que identifica con la solidez económica de su país. Su memoria histórica, con el trauma de la hiperinflación de los años treinta que hundió la democracia de Weimar en favor de la solución nazi", explica en gran parte su obsesión por la estabilidad macroeconómica y cambiaría. Estos argumentos exhiben una lógica implacable. Pero la historia reciente ofrece también ejemplos del sacrificio económico a objetivos políticos de gran calibre, como ocurrió precisamente en Alemania con la reunificación. Valga el episodio para recordar que el liderazgo político tiene un precio y que el primer país de Europa debe asumir toda su responsabilidad en esta apuesta. Porque también el logro potencial supone, ante todo para Alemania, un futuro europeo en el que no tenga que temerse a sí misma.

Y no es sólo Alemania. Prácticamente todos los Estados miembros de la UE optan hoy por dar tiempo al tiempo en la unificación monetaria, salvo la Comisión -por evidentes razones derivadas de sus compromisos como guardián de los tratados- y Francia, comprensiblemente empeñada (más aún en etapa preelectoral) en ligar la suerte del franco a la del marco como estrategia para repeler posibles agresiones contra la divisa francesa. Para España, descabalgada ya de la cita de 1997, la apuesta general por 1999 supone un alivio. Pero este respiro debe servir, al igual que a otros países con dificultades para la convergencia, para hacer los deberes con rigor -en el control de la inflación, déficit y deuda- y no para aplazarlos.

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

A la apuesta oficiosa por la fecha de 1999 se añade la noticia de que será indispensable un periodo mínimo de tres años, hasta el 2002, para hacer circular entre el público las monedas y billetes de ecus, plazo que se explica por las dificultades técnicas de acuñación. Pero lo importante ahora es recuperar en todos los países miembros las dosis suficientes de voluntad política y de disciplina económica para que no se produzcan más retrasos en ese gran salto cualitativo hacia la Europa unida que es la moneda común.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_