"Mi vacuna es como un hijo, ha crecido y anda sola"
Manuel Patarroyo llega a España como a su casa. Esta semana participó en las jornadas de Biociencia en Madrid y en la inauguración del museo Domus en La Coruña. Pero mientras viaja, negocia con la OMS, se queja con retranca caribeña del trato recibido por la comunidad científica, dominada por los anglosajones, y recibe la atención mundial, su cerebro -como también sus colaboradores en Colombia- sigue trabajando en lo que le importa: encontrar la base para el diseño racional de vacunas químicas que permitan neutralizar microbios asesinos como el de la tuberculosis.Pregunta. ¿Va a donar finalmente la vacuna?
Respuesta. El 4 de mayo acompañaré al presidente Samper a Ginebra para formalizar la donación, tras el acuerdo alcanzado en Bogotá con el director general de la OMS en febrero.
P. ¿Hubo problemas en las negociaciones?
R. Sí, a mi vacuna se le han pedido pruebas que no se han exigido a otras. La OMS insistía en llamarla "vacuna candidata" y eso se llama a cualquier molécula que sale directamente del laboratorio. No estaba dispuesto a pasar por ahí. Es una vacuna no completa pero es lo único que hay. Y exigí que mi país tuviera la primera opción para fabricarla, a un precio muy bajo, y que se reconociera la aportación colombiana en el nombre.
P. ¿En qué consiste el acuerdo?
R. La vacuna pasa a ser propiedad de la OMS. Si para 1997 Colombia no ha montado una planta de producción con las garantías adecuadas, la OMS podrá buscar otro país en desarrollo para su fabricación. Solo si fallan dos o tres países se podrá fabricar en un país desarrollado.
P. El primer ensayo en África de su vacuna obtuvo una eficacia modesta, del 31%. ¿Hay datos de los ensayos de EE UU en Tailandia y Camboya, y del Reino Unido en Gambia?
R. No puedo darlos yo; sólo decir que el primero va bien y que en el de Gambia no soy optimista porque son niños menores de un no que no tienen desarrollado el sistema inmunitario, en ellos la mayoría de las vacunas no funcionan.
P. ¿Y qué va a pasar ahora?
R. Científicos españoles van a realizar en los próximos dos años ensayos masivos -de 30.000 a 100.000 personas cada uno- en Colombia, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Tailandia, Camboya, Mozambique, Tanzania y quizás Filipinas, financiados por España. Colombia aportará la vacuna. No hace falta que la OMS patrocine los ensayos y queremos evitar las interferencias.
P. ¿Va a perfeccionar su vacuna de la malaria?
R. Mi vacuna es como un hijo, ha crecido y anda sola. Lo que estoy haciendo es una segunda generación y estamos muy avanzados.
P. ¿En qué se basa?
R. La vacuna original se obtuvo por el método de ensayo error, y está construida en laboratorio con partes de tres proteínas del microbio
[el Plasmodium falciparum]. Ahora estamos estudiando sistemáticamente las demás proteínas de membrana del parásito, a medida que son secuenciadas, para agregar otros fragmentos a la vacuna actual. Hemos descubierto que hay grandes agujeros en el sistema inmunitario.
P. ¿Cómo consigue el parásito engañarlo?
R. Evoluciona constantemente ante la presión ambiental pero mantiene intactas unas regiones determinadas -secuencias de aminoácidos que llamamos regiones constantes- que le permiten adherirse a los glóbulos rojos e invadirlos sin que reaccione el sistema inmunitario produciendo anticuerpos, porque son como soldados infiltrados, que no reconoce.
P. ¿Y de ahí a diseñar vacunas a medida? R. Ya tenemos la metodología básica. Se trata de tomar las regiones conservadas, los grupos de aminoácidos esenciales para la unión de los péptidos a los glóbulos rojos y modificarlos muy ligeramente; cambiar un solo aminoácido que sea el que menos influya en su estructura tridimensional del péptido y conseguir la reacción del sistema inmunitario, que fabrique defensas para cuando el parásito intente de verdad la invasión.
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