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200 guerrilleros musulmanes matan a 26 personas al atracar cuatro bancos en un ciudad del sur de Filipinas

Unos 200 rebeldes musulmanes filipinos, supuestamente miembros de una facción disidente de la guerrilla del Frente Moro de Liberación Nacional (FMLN), asaltaron ayer la localidad costera de Ipil (de mayoría católica), en la isla sureña de Mindanao, en un ataque que causó al menos 26 muertos y unos 30 heridos después de robar cuatro bancos y prender fuego a medio centenar de edificios y establecimientos comerciales. Inicialmente, las autoridades hablaban de más de un centenar de víctimas mortales.Al menos 50 comercios y sedes oficiales de esta ciudad de la provincia de Zamboaga (740 kilómetros al sur de Manila) quedaron arrasados, entre ellos el, cuartel general de la policía, según un comunicado oficial.

Entre los muertos se encuentran el jefe de policía de Ipil, el comandante de un batallón del Ejército, tres bomberos y el director dé un banco local. Rafael Alunan, secretario del Ministerio del Interior que dirige la policía nacional filipina, identificó a los asaltantes como miembros del grupo integrista musulmán Abu Sayyaf, con base en el sur del archipiélago y acusado de una serie de atentados con explosivos y de secuestros contra miembros de la comunidad cató

lica de esta región desde 1993.

El general Arturo Enrile, jefe de las Fuerzas Armadas filipinas, manifestó que los guerrilleros, perfectamente organizados y en uniforme de combate, irrumpieron por tierra y por mar en la ciudad de 50.000 habitantes hacia el mediodía. Los atacantes iban fuertemente armados con fusiles de asalto y lanzagranadas. En una acción simultánea asaltaron cuatro oficinas bancarias y prendieron fuego a numerosos edificios del centro de la ciudad.

Tras el ataque, los guerrilleros escaparon por mar, a bordo de lanchas, y a través de la montaña. La emisora de radio privada DZXL emitió entrevistas con residentes de Ipil mientras proseguían los enfrentamientos armados. "Podernos escuchar los tiroteos y el centro de la ciudad está en llamas", dijo una habitante de Ipil en una emisión en directo.

Informaciones radiofónicas insinuaron que el ataque era la represalia por la negativa de un empresario local a pagar la recompensa exigida por los secuestradores de su hijo. Los secuestros son habituales en Filipinas, particularmente en el sur.

El presidente filipino, Fidel Ramos, ordenó a los soldados tirar a matar contra los guerrilleros pocas horas después del ataque, declaró el estado de emergencia y dio instrucciones para la creación de un fondo especial de medio millón de dólares (65 millones de pesetas) para la reconstrucción de Ipil.

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