La galería Tretiakov 'purga' en su reapertura a los héroes de la Revolución
El museo moscovita tiene catalogadas 100.000 obras de arte
La galería Tretiakov de Moscú, uno de los grandes museos del mundo, abrió ayer de nuevo sus puertas al público tras concluir unas obras de modernización que durante 10 años han impedido a los rusos contemplar uno de los conjuntos más importantes de su patrimonio artístico. Durante su larga clausura, la Tretiakov no ha permanecido inactiva, ya que ha organizado exposiciones monográficas en otras dependencias y ha ampliado sus fondos, gracias a compras y donaciones de colecciones particulares.
Hoy, la galería tiene 100.000 obras de arte catalogadas, 40.000 más que hace 10 años, según explicó Oleg Ivanov, su jefe de prensa, mientras guiaba a la corresponsal de EL PAÍS entre los paisajes de Levitán, las escenas históricas de Suríkov y los retratos de Perov, cuando se retiraban los últimos andamios antes de la reapertura.
La Tretiakov tampoco ha esta doal margen de los terremotos sociopolíticos que se han producido en Rusia estos 10 años. Símbolo del cambio es el destierro de todas las imágenes de Vladímir Lenin (incluido el famoso Lenin en Smolni, pintado por Isaac Brodski en 1930) de los vetustos edificios centrales de la galería, que, a partir de ahora, sólo albergarán obras producidas hasta 1917. Todo lo posterior a esa fecha se ha trasladado a los locales que pueden convertirse en sede del futuro museo de arte contemporáneo de Rusia,
En lugar de los héroes de la Revolución de Octubre, la Tretiakov dispondrá de una parroquia (la iglesia de San Nikolás, rescatada de su condición de almacén a la que fue condenada por el poder soviético) con cura, feligreses y campanas de verdad. La parroquia es la expresión del compromiso entre el Estado postsoviético y la Iglesia ortodoxa rusa, tras la pugna entre el mundo artístico y los representantes religiosos por el control de los iconos, una de las especialidades de la galería. Boris Yeltsin contribuyó a agudizar esta pugna en otoño de 1993 con unas declaraciones sobre la posibilidad de restituir a la iglesia los iconos nacionalizados por el Estado soviético.
La Tretiakov bien vale una misa, al menos para Valentín Rodiónov, su director, que considera la singular integración de una iglesia en activo en una galería como un ejemplo de "unión entre fines museísticos,. educativos y religiosos". "Tenemos unas relaciones modélicas con la Iglesia", señala Oleg Ivanov, según el cual el Patriarca accedió a los ruegos de Rodiónov para que le dejara los iconos, aunque "con algunas condiciones". En las grandes solemnidades, si el Patriarca lo pide, los iconos, como el de la Virgen de Vladímir, que estuvo anteriormente en la catedral de la Ascensión en el Kremlin, o el de la Virgen de Donskoi, abandonan la galería para asistir a celebraciones religiosas.
En tiempos de estrecheces presupuestarias para la cultura, el ejemplo del fundador de la galería, Pável Tretiakov, un fabricante de tejidos y comerciante con una intuición autodidacta por el arte, adquiere especial im portancia para los rusos. De casos como el de Tretiakov se nutre la fe en el fomento de la cultura al margen del Estado, a partir del mecenazgo individual de empresarios y banqueros con voluntad de servicio hacia su país. Para salir adelante, la misma galería confía en los seguidores de Tretiakov, y, gracias a su "club de coleccionistas" (gentes ricas y dueños de colecciones), mantiene unas excelentes relaciones con los bancos interesados en el arte. Para mayo, ha invitado a un centenar de bancos rusos a una su basta para recabar fondos.
Tras comenzar a adquirir cuadros en 1856, Tretiakov reunió una completísima muestra de las distintas tendencias artísticas en la segunda mitad del siglo XIX. A medida que se le acumulaban los lienzos, amplió su casa, que transformó después en galería, para acabar regalándosela a la ciudad de Moscú en 1892. Por entonces, la colección tenía casi 1.300 cuadros, algo más de 500 dibujos y 9 esculturas de artistas rusos, y un conjunto de obras occidentales, que irían a parar a otros museos.
Respecto a hace 10 años, las novedades en la Tretiakov son varias, comenzando por la ampliación del espacio disponible con 10 nuevas salas. De ellas, un total de seis están dedicadas a obra gráfica, que se expone por primera vez. Además, una sala entera ha dedicado a escultura y otra a joyería. Varios pintores, con poca obra exhibida anteriormente, recibirán salas en exclusiva. Este es el caso del simbolista Mijaíl Vruble (al que pertenece La Princesa de los Ensueños, el mayor cuadro de la galería, descubierto en un taller del teatro dibujos y 9 esculturas de artistas rusos, y un conjunto de obras occidentales, que irían a parar a otros museos.
Respecto a hace 10 años, las novedades en la Tretiakov son varias, comenzando por la ampliación del espacio disponible con 10 nuevas salas. De ellas, un total de seis están dedicadas a obra gráfica, que se expone por primera vez. Además, una sala entera ha dedicado a escultura y otra a joyería. Varios pintores, con poca obra exhibida anteriormente, recibirán salas en exclusiva. Este es el caso del simbolista Mijaíl Vruble (al que pertenece La Princesa de los Ensueños, el mayor cuadro de la galería, descubierto en un taller del teatro Bolshói y expuesto por primera vez). Los iconos, que antes tenían dos salas, pasan ahora a contar con siete, y, a la vista del público, se han colgado obras que antes, por motivos ideológicos o políticos, permanecían confinadas en los depósitos. En esta categoría hay telas con motivos religiosos pertenecientes a Víktor Vasnetsov (El bautismo de Rusia), Mijaíl Nésterov, Valentín Serov y Nikolái Gay, así como de las primeras vanguardias (Natalia Goncharova, La riónov, Kandinski, Malevich). Hay también un expresivo retrato de Nicolás II en uniforme de coronel, que Serov pintó en
1909-1911.
La reconstrucción de la galería, realizada con participación de empresas extranjeras, se fue prolongando más allá de los tres años y medio inicialmente previstos hasta llegar a un punto crítico en 1992, cuando la Tretiakov se quedó sin fondos y, tras ser abandonada por la mayoría de los contratistas, tuvo que ser socorrida por el Gobierno ruso con una inyección de varios millones de dólares.
Babelia
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