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Una apuesta esencialmente norteamericana

Frente al clamor de algunos europeos, que creen en la importancia de desregular las telecomunicaciones cuanto antes -como los comisarios Karel van Miert y Leon Brittan, o el presidente de Olivetti, Carlo de Benedetti-, la respuesta norteamericana consiste en ofrecer a Europa más liberalización. Abran ustedes sus mercados a nuestras compañías y nosotros abriremos el nuestro a las suyas: esto fue el mensaje esencial del vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, durante la reunión del G-7 celebrada hace un mes en Bruselas.La oferta se produce entre partes claramente desiguales. La industria estadounidense de la telefonía y del cable es un gigante de 130.000 millones de dólares al año (más de 16 billones de pesetas), mientras que el cine, la televisión convencional, las casetes de vídeo y el sector editorial (prensa y libros) representa entre 12 y 13 billones de pesetas. Las empresas de estos sectores caminan hacia un proceso de concentración o de alianzas tan acelerado como confuso, dada la cantidad de dinero en juego y la incertidumbre de acertar con un tipo de productos o de servicios que logre la respuesta masiva de los ciudadanos. Cualquiera que sea el final del proceso de concentración o de alianzas entre la maraña de empresas implicadas, está claro que los norteamericanos tienen mucho más dinero; para investigar y para invertir; además de un enorme catálogo de películas para dar contenido a nuevos canales.

Muy desiguales

Expertos del departamento de Comercio de los Estados Unidos estiman que España tiene posibilidades de ascender al octavo puesto mundial entre los mercados de telecomunicaciones, a finales del siglo, desde el lo que ocupa ahora.

Con razón ha comentado a EL PAÍS un analista norteamericano del sector: "España es un mercado muy atractivo para los exportadores de telecomunicaciones".

Si los proveedores de equipos -desde Motorola a la ATT- mantienen lógicas expectativas, los operadores de servicios se encuentran pendientes de los cambios legales para instalarse en España. El proyecto de ley del cable, en su redacción actual, limita al 25% la participación extranjera en firmas españolas y concede a Telefónica una franquicia para operar televisión y otros servicios por cable.

Esas condiciones son menos interesantes de las que desearían operadores norteamericanos como la telefónica US West. Esta última, que mantiene sólidas relaciones accionariales con el grupo Time Warner, tiene interés en el mercado español.

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